Mi móvil suena a las siete tal y como planeé. Sé que
es muy temprano pero hasta que dé con la casa voy a tardar como tres horas,
tiempo suficiente como para que una chica como ella le haya dado tiempo hasta
de desayunar.
Me enfundo con mis vaqueros desgastados por las
rodillas y los pies y una sudadera azul con el logotipo de Oxford en blanco. Me
hago una coleta y me pongo las zapatillas de deporte, es lo mejor que puedo
encontrar a oscuras y sin que nadie me escuche. A veces no es bueno dormir con
dos hombres lobos en la casa.
Salgo de mi cuarto a hurtadillas y miro a ambos lados
del pasillo para asegurarme de que nadie me sigue. El cuarto de Luke está al
lado del mío y está cerrado a cal y canto, desde ayer no hemos vuelto a cruzar
palabra, y por cómo es Luke sé que esto va a durar lo suyo. En parte es bueno
porque así no tendré que preocuparme de mantener las distancias, pero la otra
parte de mí (la parte más estúpida y sensiblera) le duele mucho que me haya tratado
así, como si fuese estúpida y no me tomara en serio. Que le den, pienso, ahora
céntrate en el plan, cabecita loca.
Cojo una de las dos llaves de la puerta y la abro
despacio y en silencio. Casi suelto un grito cuando paso a través de ella y la
cierro de nuevo. Hago un gesto triunfante y después me encamino hasta las
escaleras para bajarlas, nunca he sido muy amiga de los ascensores ni nada que
me quede encerrada en espacios tan pequeños.
Cuando llego abajo el aire medio nocturno con una
pizca de nieve me saluda por fin, llevaba como tres días sin salir de ahí y me
sentía prisionera casi en mi propia casa. Me pongo a andar haciendo un ruido
cuando piso la nieve parecido a cuando espachurras una bolsa llena de aire e
intento no reírme. Si no me oriento mal, la casa que estoy buscando debería
estar por la izquierda. La casa de Caden está justo en el centro y de esta
parte de la ciudad se extienden todas las demás calles como patas de una araña;
de ellas más y así sucesivamente.
El sol está empezando a salir y eso significa que no
falta mucho para que den las ocho. Paso un paso de semáforos en rojo al no
venir ningún coche y empiezo otra vez mi marcha sobre la nieve blanca y fría.
Siempre me ha gustado la nieve, me acuerdo que de pequeña no paraba de jugar en
el jardín de mi casa (bueno, de lo que era mi casa) mientras mi madre dibujaba
el paisaje y mi padre se bebía su taza humeante de café totalmente negro. Ahora
que lo pienso, me acuerdo de todo eso mientras que no me acuerdo haber tenido
poderes nunca, como si me hubiesen borrado la memoria.
Me quedan dos horas para llegar a su casa. La verdad
es que no sabía lo que hacía hasta que puedo volver a pensar antes de dormirme
y creerme, tuve mucho tiempo ya que no salí en ningún momento, ni siquiera
cuando Caden me pidió que lo hiciera, él es el único que no sabe que la puerta
está rota que si no cualquiera lo escucha…
Escucho unos ruidos metálicos detrás de mí y por un
segundo me pongo tensa y me canteo, es solo la verja de una tienda al abrirse
¿tan pronto abren las tiendas? Me relajo, al hacer tanto frío tengo mis
músculos congelados y duelen muchísimo más. No sé qué es lo que habrá pasado
después de todo con la tienda de Nate y Caden después del “altercado” de mi
mala leche, pero espero que no les echaran la culpa a ninguno de ellos.
Me quedo parada mirando la boca del bosque en donde me
metí no hace mucho para correr y después acabar haciendo fuego con mis manos y
mi pensamiento. Ahora me parece que fue hace tanto que la opresión en el pecho
se me hace insoportable y tengo que abandonar ese lugar casi corriendo.
Después de un buen rato miro la hora de mi móvil, son
las nueve aunque en eso debería haberme fijado más bien porque el sol ya está
iluminando la nieve con un efecto de lupa. Tengo que taparme los ojos unos
segundos para después apartar la vista y fijarme en los edificios de mi
derecha. No sé si estoy llevando bien esto de haberme fugado temporalmente, ni
siquiera estoy segura de que no me hayan oído y ahora me estén buscando como
locos. Espero que no, porque tienen que perseguir a otra, y esa es Elena. Todo
parece girar en torno a ella, como un plan que se hubiese hecho desde hace
tiempo; parece que esto es un juego y que Elena está a la cabeza junto con las
sombras.
No, pienso negando con la cabeza, eso no va a pasar
porque vamos a ser buenos en esto, necesitamos ser buenos en esto.
Ya he llegado y son las nueve y media, el tiempo pasa
muy deprisa cuando eliges las calles al azar y no paras de pensar en los
problemas que tienes. Paso por el jardín y llamo a la puerta repetidas veces
antes de que una Sam enfadada y con el cepillo de dientes en la boca me mira con unos ojos que no expresan la bienvenida; además de formular la pregunta que
sus labios no pueden.
-Necesito tu ayuda.-me limito a decir con las manos
metidas en los bolsillos de la sudadera.
-Vamos a ver si me he enterado bien: ¿después de
echarnos de vuestra casa como si fuésemos peste ahora queréis nuestra
ayuda?-Sam parece atónita. Estamos en su cuarto en donde solamente he entrado
una vez-.No me lo creo.
-Sí. Más bien yo no te eché, os echaron ellos y ni
siquiera sé por qué, ¿solamente por haber traspasado unos límites estúpidos?
Vaya cosa.
Me siento al lado de ella sobre su cama muy bien
hecha. Desde que me enteré que Sam era una cazadora ya no la mismo con los
mismos ojos que antes, ahora parece que todo lo hace para despistar. Me
pregunto cuántas de sus amigas animadoras saben cómo es Samanta Smith.
-Los cazadores no son especies sobrenaturales, Cali, no
es como ellos que tienen poderes. Entrenar duro es lo único que poseemos
nosotros y si algo es nuestro, lo defendemos con garras y dientes.-hace una
pausa y se humedece los labios-.Por eso me gusta lo que soy, salvamos a la
gente cuando alguno infringe la ley, como los sheriff pero más grandes.
-¿Por eso se lleva Luke tan mal con vosotros, por creeros superiores a lo que de verdad sois?
Sam niega con la cabeza.
-Luke es... complicado. No sabes por qué actúa hasta que lo hace, cosa que se aprende con el tiempo.
Entrecierro los ojos.
-¿Cómo lo sabes? No es que os lleveis muy bien-le digo.
-Nosotros tenemos que tratar con todos ellos, brujas, vampiros y hombres lobo-me responde despacio-. A tu amiguillo no le gusta que le demos órdenes que tenga que cumplir, eso es todo.
-Vaya…-suspiro-.Bueno, volviendo al tema principal: ¿aceptas o no?
Sam asiente.
-Es nuestro trabajo ayudar a la gente, pero no sé si
“ellos” querrán aceptar.
-¿Ellos, qué ellos?
Sam me hace un gesto hacia el suelo.
-Mi padre y su gente.
-En todo caso también está Eric y su grupo de vampiros
o lo que sea, ¿él no podrá ayudarnos?
La risa de Sam parece ir en contra de mí.
-¿Eric ayudar a Luke Hamilton? Por Dios no me hagas
reír. Además, él está solo, no como sus hermanos que poseen una franquicia tan
gigantesca que se saben qué es cada uno.
Entorno los ojos recordando que Eric y sus hermanos no
se llevan muy bien por algún tema familiar que tuvieron hace tiempo…
-En todo caso deberías insistirles. A ambos.
Sam se encoge de hombros.
-Sé que mi padre hará todo lo posible por ayudarnos
pero ¿están tus amigos de acuerdo con aceptarnos? No parecían muy contentos
cuando les fui a avisar de que mi padre no se anda con rodeos.
-Esperemos que sí.-tengo que mentir, si no, no nos
ayudarán-.Solamente nos quedan siete días escasos y los tenemos que aprovechar
al máximo.
Sam me hace un gesto con la mano y me pongo en pie
junto a ella. Bajamos las escaleras y después, el sótano. Esperaba que
estuviese oscuro, como el agujero negro que tenía yo en casa, pero me sorprende
ver que está iluminando por la ventana que hay arriba y la luz que está situada
encima de la mesa en donde mucha gente rodea para mirar un mapa (creo) sin ni
siquiera darse cuenta de nuestra presencia.
-Papá, te presento a mi amiga Cali; Cali, te presento
a mi padre, Seamus Smith.
El hombre más alto de todos se da la vuelta y sus ojos
castaños me miran de arriba abajo. Menos mal que ya estaba en el suelo, que si
no me caigo redonda por las escaleras. Es un hombre mayor y con millones de
canas sobre la cabeza, va vestido con una cazadora verde y unos pantalones
vaqueros. Alrededor de su boca se forman miles de arrugas cuando me sonríe y me
tiende la mano.
-Encantado de conocerte.
Le voy a estrechar la mano cuando Sam se interpone
entre nosotros dos y mira con severidad a su padre.
-Papá, ella es amiga y punto.
Su padre exclama aburrido.
-¿Es que no te basta con tener un novio vampiro que
además traes a casa a una bruja que casi nos mata a nosotros?
-Oiga, fueron ustedes los que nos lanzaron balas-aclaro con una nota de voz muy elevada y crispada. Odio que la gente
hable de mí como si no estuviese presente.
El padre de Sam me mira sonriendo.
-Además con carácter. Dime Sammy, ¿qué se te ofrece
por nuestra reunión? Sabes que estamos ocupados.
-Pues venía a pediros un favor…-Sam le cuenta todo a
su padre y a sus compañeros que parecen ser todos hombres que pueden superar
casi los cuarenta años. El más joven puede llegar a tener veinte y es castaño
con el pelo liso sobre los ojos marrones café. Sus ojos de vez en cuando se
encuentran con los mío y los aparta como si le diera vergüenza-.Y eso es todo,
ahora podéis hacer preguntas.
Muchas voces se levantan cuando Sam deja de hablar y
yo, que hasta esos momentos había estado sentada en las escaleras, me pongo en
pie.
-¿Por qué queréis nuestros servicios si os creéis muy
poderosos para eso?-pregunta una voz desde atrás.
-Porque el poder al que nos enfrentamos no entiende de
límites, necesitamos toda la ayuda posible, sea sobrenatural o no.
Las voces siguen sin cesar.
-¿Y por qué no se lo pedís a los vuestros?
-Pues que os zurzan a todos.
-Yo cuando empecé no eran así: los teníamos
controlados como hormigas.
Me doy un golpe en la cabeza como si eso fuese lo
único que me despertara en este entorno de caos y de voces. Subo un escalón más
y pongo las manos a ambos lados de mí con los puños apretados.
-Escuchad: vuestro trabajo es ayudar a la gente que no
sabe de estos temas y están desprotegidos ¿verdad?-no espero a que nadie me
conteste; sigo-, bien, pues este es uno de esos momentos, salvo que no os
enfrentáis a uno; sino a cuatro diferentes y unidos causando uno de los caos
que podrán destruir a las personas que más queréis. ¿De verdad pensáis que eso
solamente nos afecta a nosotros? Os afecta a todos y cada uno de vosotros
>>He visto morir a mi familia por manos de esas
brujas, sombras, espíritus o lo que sea. No lo recomiendo, y espero que vosotros
lo entendáis.
No esperaba un aplauso ni nada por el estilo, pero el
silencio que se forma no era el esperado, por lo menos no para mí. Empiezo a
pensar que no quieren ayudarme y me canteo para subir las escaleras con el
ánimo por los pies.
-¿Cómo quieres que ayudemos pequeña bruja?-me pregunta
el padre de Sam con los brazos cruzados sobre el pecho.
Casi salto de alegría.
-Primero y más importante: llamadme Cali.-levanto dos
dedos-.Segundo: ninguno de mis amigos puede enterarse de esto, ninguno ¿está
claro? Para eso deberéis ser cuidadosos y no llamar la atención en cualquiera
de los casos.
-¿Y cuál es ese caso?-me pregunta ahora Sam
-Tenemos que encontrar una bruja.
Salgo de casa de Sam con el ánimo a flor de piel y
casi saltando de farola en farola cantando alguna de esas absurdas canciones
que ponen en la radio por las mañanas temprano y que no escuchan ni sus
familias.
Alguien me llama por detrás.
-¡Cali!-me grita el muchacho de ojos castaños de la
reunión. Él ha sido el primero que no ha hablado en toda esa hora que hemos
estado dentro, quedando en que toda la información pasará de Sam a mí por medio
de mensajes de teléfonos móviles y así sucesivamente.
-Ey.-digo, porque no me sé su nombre.
-Stuart.-me responde sonriendo-.Me ha parecido muy
valiente lo que has hecho ahí dentro.
Me encojo de hombros.
-¿El qué, poner a punto a unos cazadores que piensan
que el mundo se va a acabar sin ellos? Ups, lo siento.
Stuart se encoge de hombros también y me suelta una
sonrisa. Cuando lo hace me doy cuenta de que lleva aparato.
-La verdad es que llevo aquí dos años y no me había
emocionado tanto. Siempre de aquí para allá persiguiendo a vampiros que se han
pasado de su límite de sangre, hombres lobos descontrolados… al fin nos
encontramos con un enemigo.
Mientras le observo no puedo parar de pensar en que
quizás se le esté subiendo todo esto a la cabeza. No espero que se integren
mucho en la pelea (si es que la hay) porque sé que muchos de ellos acabarán
heridos, solamente espero que si esto funciona, se acaben las disputas entre
todas las especies.
-¿Es que no te gusta ser cazador?
-Mi padre me metió dentro, pero yo quería ser
dibujante de cómics. Si al algún día te interesa, puedo darte muchos de los que
he hecho.
Suelto una carcajada.
-Me parece bien Stuart. Ahora tengo que irme, no sé si
me están esperando y rezo porque no.
-¿Quieres que te lleve? Tengo el coche justo aparcado
aquí.
Me señala una camioneta a la que no se le podría
llamar “coche” ya que tiene la tapicería tan dañada que parece haber sido
puesta de cualquier manera. La parte delantera se está cayendo y la parte
trasera está pegada con cinta aislante.
-Sí, ¿por qué no? Pero es mejor que aparques a dos
calles de distancia porque te aseguro que podrán oírte llegar.
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