Es miércoles, ayer fue martes y estuve todo el día
evitando a Luke y a todos los demás, lo peor de todo fue evitar a Connor, que
parecía ser el que menos me entendía. Cuando llegué a casa me metí en mi cuarto
y no salí ni para cenar, Elena y Chris intentaron sacarme, pero no pudieron.
Mientras estuve dentro solo pensé en todas las cosas que me están sucediendo:
las sombras. Ellas parecen ser siempre las que me hacen la vida imposible y ni
siquiera sé el por qué, ellas me persiguen como si yo fuera su juguete, como si
yo fuera algo que se pudiera moldear a su gusto… yo no soy así, yo no soy
débil. Yo soy fuerte. Y pienso demostrarlo poniendo las cosas claras, la
próxima vez que una sombra se acerque a mí no voy a ser tan quejica y no me voy
a ir; voy a por ella. Lo mismo digo de los demás, no quiero acercarme a ellos
sin saber que tienen algo que ver.
Es la hora del recreo y me encuentro en las escaleras
de arriba, que dan a la azotea. Me encantaría subir allí arriba porque según he
escuchado nadie lo hace, así estaría sola. Me toco la frente y me da una
punzada de dolor, siempre se me olvida que tengo una tirita que me tapa la
brecha de la cabeza. Sigo sin saber qué pasó en los vestuarios, pero creo que
lo que yo sé era todo un sueño.
Mientras me apoyo contra la pared, el lápiz empieza a
deslizarse sobre el papel sin que yo tenga una imagen concreta en la cabeza,
entonces empiezo a pensar en cuando yo era niña y mi madre me decía que tenía
que hacer amigos para quedar en el parque por las tardes. Mi padre nunca
estaba, trabajaba casi toda la noche y cuando llegaba se ponía a hablar con mi
madre, nunca se gritaban, eso es bueno. Mi padre era un hombre tranquilo que
trabajaba como carpintero en esta ciudad, mi madre era artista y se le daba muy
bien pintar. Ella llenaba todo de manchas, toda la casa… toda nuestra casa, la
misma que tenemos ahora. ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Por eso pudimos
venir tan rápido a Ravensfox, porque esta era la casa de mis padres y ahora
estaba a nombre de Chris.
Unos muchachos pasan a mi lado y la punta del papel se
levanta por el aire que hace. Entonces es como si me hubiesen echado un cubo de
agua encima y miro lo que he hecho, solo con un lápiz he conseguido hacer algo
asombroso: la imagen de tres sombras, una más alta que otras y la del medio parece
ser la más poderosa por la intensidad de sus ojos. Suelto un suspiro mientras
tiro el papel a un lado y pongo la cabeza entre las manos.
-Espero verte el viernes en el instituto.-me dice Sam
sentándose a mi lado. Su pelo rubio cae en cascadas sobre sus hombros, hoy va
vestida con un traje de una falda verde y una blusa azul con estampados de
lunares blancos.
-El viernes no hay clase, se dan las notas.
Sam ladea la cabeza y me señala la frente.
-El viernes es la fiesta en honor a Alisson. ¿Qué te
ha pasado en la frente?
Me toco la frente para taparme la tirita del mismo
color que mi piel y mis mejillas adoptan un color más intenso.
-¿Qué tengo que hacer yo el viernes aquí en la fiesta?
Ni siquiera conozco a esa muchacha.
-Una pena porque era asombrosa. Eres miembro del
periódico ¿verdad?-me pregunta, espera mirándome con los ojos azules hasta que
asiento y entonces añade-: Bien, entonces tienes que venir. Es el periódico el
que ha puesto los fondos para esta fiesta y necesito que estemos todos.
Suelto un suspiro y al final asiento con la cabeza.
Vuelvo a apoyar el lápiz sobre otro papel y empiezo a moverlo sin sentido.
-¿A qué hora?-pregunto.
-A las ocho en el instituto, sé puntual. ¡Oh, me tengo
que ir! Eric me está esperando ahí. Nos vemos.
Me da un apretón en el hombro y levanto la cabeza para
ver los ojos de Eric observándome. Está quieto en la esquina y sonríe de manera
fría y distante, cuando Sam llega a su lado le da un beso en la frente y antes
de girarse me hace un gesto para despedirme. De él también tengo que mantenerme
alejada.
Miro el papel en donde he escrito cuatro palabras:
tierra, agua, aire y fuego. Vuelvo a arrugar el papel y tirarlo a un lado junto
con el otro. Cuando miro a los dos papeles solamente hay uno, el que acabo de
tirar. Miro la dirección en la que Sam se ha ido, ella también tiene que saber
algo de mí, Eric ha debido decírselo.
Una mano cierra mi taquilla haciéndome dar un salto
hacia atrás, Connor y Aubery están ahora a mi lado y me sonríen de una manera
muy extraña. Con Connor tengo más confianza que con Aubery, que solamente he
estado con ella en dos encuentros muy cortos, pero ella se comporta como si
fuéramos más que simples conocidas.
-A ver, ¿a ti se te da bien la historia?-pregunta
Connor apoyándose en las taquillas azules.
-Sí.-respondo con una voz dudosa-. ¿Por qué?
-¡Genial! Esta tarde en casa de Connor a las cuatro.
No, mejor vamos cuando suene el timbre. A las tres.-Aubery se pone a mi lado y
me agarra por las manos dando pequeños saltitos. En ella queda un poco extraño
ya que parece dar una sensación de más madura.
Aparto las manos corriendo, el otro día no me quedaron
marcas seguramente porque lo soñé todo.
-¿Cómo? Pero yo…
-Chist.-Connor me pone el dedo índice sobre el labio
parándome en media frase-.Tu cumpleaños no es hasta mañana así que ayuda a este
idiota que tanto odia la historia y a esta chica también.
Aubery y Connor me miran suplicantes como unos
cachorros hambrientos. Pensándolo así hasta dan pena.
-De acuerdo.-digo y los dos sueltan una exclamación de
alivio-.Pero solo con la condición de que nada más que hablaremos para
estudiar. Solo estudiar.
-Trato hecho.
Después de eso suena el timbre y ambos se dan pegando
pequeños saltitos y yo voy en dirección contraria, al despacho del señor James,
sí, me lo he pensado mejor y puede que él me venga muy bien. No es mi hora pero
visto de que estoy tan desesperada puede que me haga algún hueco. Cuando
atravieso el pasillo, subo unas escaleras y después me encamino por el pasillo
de los trofeos, ahí estoy: la puerta del despacho del señor James.
Todo dos veces la puerta y cuando escucho un adelante,
entro.
-¿Calina Berry?-pregunta el señor James quitándose las
gafas-.Pensé que no querías venir a mi consulta.
-¿Por qué? Solamente porque no haya venido a las otras
dos sesiones…
El señor James se ríe y me indica que me siente en la
silla como la primera vez. Así lo hago y después empiezo a mover mis manos muy
incómoda.
-¿Qué me cuentas de tu primer mes en este instituto?
-¿Sinceramente? Apesta. No había visto a tantos adolescentes
en una clase y que todos me cayeran tan mal.-niego con la cabeza-.No me sale
muy bien eso de hacer amigos.
El señor James apoya su barbilla en la mano y me mira
pensativo.
-¿Desde cuándo te viene eso?-me pregunta.
-Creo que desde siempre, nunca he sabido el por qué.
Soy…me siento diferente, como si no fuera como los demás: un bicho raro.
-Te sorprendería el número de adolescentes que se
sienten así.-me comenta el señor James pero aun así lo apunta en su
ordenador-.Bueno, si has venido aquí es porque estarás preocupada por algo.
Asiento y suelto un largo y profundo suspiro mientras
me miro las manos que no paran quietas. Tengo varias cicatrices plateadas en
las manos y en las muñecas por culpa de “eso” que me sucede muchas veces.
-No sé cómo decirlo, pero algo está mal. Noto que algo
en mí no está bien, cada vez que me enfado estallo y mis manos…
Suena un teléfono y el señor James me indica que
espere. Asiento y mis hombros se bajan como si les hubiesen quitado un peso de
encima. El señor James coge el teléfono y mira por la ventana mientras.
-¿Diga?... ah, sí esperaba su llamada.-hace una
pausa-. ¿Estás seguro Cameron? No sé, no creo que sea eso lo que sucede…. Sí,
lo comprobaré no te preocupes pero ahora no puedo yo… bien, si es ella. ¡No! No
se lo voy a decir aún a mí no me toca decírselo ¿Qué a quien le toca? A nadie,
lo dejaron claro… adiós.
Cuelga de una manera muy brusca y después me mira.
-Lo siento, no esperaba esta llamada ahora, no debería
haberla cogido. Lo siento ¿por dónde íbamos?
No sé por qué pero la llamada que ha recibido me ha
puesto nerviosa, como si yo supiera que hablaban de mí. Cojo mi mochila del
suelo y me la cuelgo del brazo poniéndome de pie.
-No importa, ¿sabes qué? Tienes razón: esto le pasa a
muchos adolescentes. Solo porque yo también lo sienta no significa nada
¿verdad? Bueno pues nada, me ha ayudado mucho señor James.
Salgo corriendo de su despacho quedando al señor James
con la palabra en la boca y empiezo a andar por el pasillo. No puedo entrar en
clases porque el señor James no me ha firmado la autorización que dice que
estoy con él así que tengo otra hora libre mientras. Me paro a mirar los
trofeos viendo todos los de fútbol (que no son pocos) y me paro en seco cuando
el nombre de mi padre aparece con él en una fotografía jugando al fútbol.
“Adam Berry. Trofeo al ser el mejor
campeón del instituto de Ravensfox”
En la foto aparece él con el brazo extendido, es el
brazo derecho y en él puedo ver un tatuaje circular con montones de símbolos en
su interior, como una marca o un logotipo. Nunca se lo había visto antes,
porque siempre iba con camisetas de mangas largas.
Sigo caminando hasta llegar a los premios de las
animadoras en donde una foto de una muchacha igualita a mí descansa en la
hierba abierta de piernas y con una sonrisa de esas que también se encuentra en
los ojos. Tiene el pelo atado con una cinta y a cada lado tiene dos pompones
tirados.
“Anissa Book, capitana de las
animadoras recibe el premio a la mejor estudiante de historia por su trabajo
sobre “La historia de Ravensfox”
Sigo caminando mirando los otros montones de trofeos
que hay hasta que un gélido aroma me da en la cara como un muro de piedra. A mi
derecha hay tres sombras con tres colores de ojos diferentes: verdes, azules y
grises. La de ojos verdes es la más grande y se acerca a mí a paso pesado pero
de una manera tan silenciosa como la de un gato. Cuando se pone delante de mí
extiende su mano negra y me toca la frente ahí en donde antes de mi un golpe y
no noto nada, como si me atravesase. Después señala el retrato de mi madre y la
sombra desaparece como si se hubiese derretido, un segundo después suena el
timbre y montones de alumnos salen disparados a la salida del instituto:
volvemos a casa.
-¡Este sábado partido final!-exclama un muchacho alto
de ojos verdes que pasa por mi lado y me da un golpe en el hombro.