lunes, 31 de marzo de 2014

Capítulo 11

Es miércoles, ayer fue martes y estuve todo el día evitando a Luke y a todos los demás, lo peor de todo fue evitar a Connor, que parecía ser el que menos me entendía. Cuando llegué a casa me metí en mi cuarto y no salí ni para cenar, Elena y Chris intentaron sacarme, pero no pudieron. Mientras estuve dentro solo pensé en todas las cosas que me están sucediendo: las sombras. Ellas parecen ser siempre las que me hacen la vida imposible y ni siquiera sé el por qué, ellas me persiguen como si yo fuera su juguete, como si yo fuera algo que se pudiera moldear a su gusto… yo no soy así, yo no soy débil. Yo soy fuerte. Y pienso demostrarlo poniendo las cosas claras, la próxima vez que una sombra se acerque a mí no voy a ser tan quejica y no me voy a ir; voy a por ella. Lo mismo digo de los demás, no quiero acercarme a ellos sin saber que tienen algo que ver.
Es la hora del recreo y me encuentro en las escaleras de arriba, que dan a la azotea. Me encantaría subir allí arriba porque según he escuchado nadie lo hace, así estaría sola. Me toco la frente y me da una punzada de dolor, siempre se me olvida que tengo una tirita que me tapa la brecha de la cabeza. Sigo sin saber qué pasó en los vestuarios, pero creo que lo que yo sé era todo un sueño.
Mientras me apoyo contra la pared, el lápiz empieza a deslizarse sobre el papel sin que yo tenga una imagen concreta en la cabeza, entonces empiezo a pensar en cuando yo era niña y mi madre me decía que tenía que hacer amigos para quedar en el parque por las tardes. Mi padre nunca estaba, trabajaba casi toda la noche y cuando llegaba se ponía a hablar con mi madre, nunca se gritaban, eso es bueno. Mi padre era un hombre tranquilo que trabajaba como carpintero en esta ciudad, mi madre era artista y se le daba muy bien pintar. Ella llenaba todo de manchas, toda la casa… toda nuestra casa, la misma que tenemos ahora. ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Por eso pudimos venir tan rápido a Ravensfox, porque esta era la casa de mis padres y ahora estaba a nombre de Chris.
Unos muchachos pasan a mi lado y la punta del papel se levanta por el aire que hace. Entonces es como si me hubiesen echado un cubo de agua encima y miro lo que he hecho, solo con un lápiz he conseguido hacer algo asombroso: la imagen de tres sombras, una más alta que otras y la del medio parece ser la más poderosa por la intensidad de sus ojos. Suelto un suspiro mientras tiro el papel a un lado y pongo la cabeza entre las manos.
-Espero verte el viernes en el instituto.-me dice Sam sentándose a mi lado. Su pelo rubio cae en cascadas sobre sus hombros, hoy va vestida con un traje de una falda verde y una blusa azul con estampados de lunares blancos.
-El viernes no hay clase, se dan las notas.
Sam ladea la cabeza y me señala la frente.
-El viernes es la fiesta en honor a Alisson. ¿Qué te ha pasado en la frente?
Me toco la frente para taparme la tirita del mismo color que mi piel y mis mejillas adoptan un color más intenso.
-¿Qué tengo que hacer yo el viernes aquí en la fiesta? Ni siquiera conozco a esa muchacha.
-Una pena porque era asombrosa. Eres miembro del periódico ¿verdad?-me pregunta, espera mirándome con los ojos azules hasta que asiento y entonces añade-: Bien, entonces tienes que venir. Es el periódico el que ha puesto los fondos para esta fiesta y necesito que estemos todos.
Suelto un suspiro y al final asiento con la cabeza. Vuelvo a apoyar el lápiz sobre otro papel y empiezo a moverlo sin sentido.
-¿A qué hora?-pregunto.
-A las ocho en el instituto, sé puntual. ¡Oh, me tengo que ir! Eric me está esperando ahí. Nos vemos.
Me da un apretón en el hombro y levanto la cabeza para ver los ojos de Eric observándome. Está quieto en la esquina y sonríe de manera fría y distante, cuando Sam llega a su lado le da un beso en la frente y antes de girarse me hace un gesto para despedirme. De él también tengo que mantenerme alejada.
Miro el papel en donde he escrito cuatro palabras: tierra, agua, aire y fuego. Vuelvo a arrugar el papel y tirarlo a un lado junto con el otro. Cuando miro a los dos papeles solamente hay uno, el que acabo de tirar. Miro la dirección en la que Sam se ha ido, ella también tiene que saber algo de mí, Eric ha debido decírselo.

Una mano cierra mi taquilla haciéndome dar un salto hacia atrás, Connor y Aubery están ahora a mi lado y me sonríen de una manera muy extraña. Con Connor tengo más confianza que con Aubery, que solamente he estado con ella en dos encuentros muy cortos, pero ella se comporta como si fuéramos más que simples conocidas.
-A ver, ¿a ti se te da bien la historia?-pregunta Connor apoyándose en las taquillas azules.
-Sí.-respondo con una voz dudosa-. ¿Por qué?
-¡Genial! Esta tarde en casa de Connor a las cuatro. No, mejor vamos cuando suene el timbre. A las tres.-Aubery se pone a mi lado y me agarra por las manos dando pequeños saltitos. En ella queda un poco extraño ya que parece dar una sensación de más madura.
Aparto las manos corriendo, el otro día no me quedaron marcas seguramente porque lo soñé todo.
-¿Cómo? Pero yo…
-Chist.-Connor me pone el dedo índice sobre el labio parándome en media frase-.Tu cumpleaños no es hasta mañana así que ayuda a este idiota que tanto odia la historia y a esta chica también.
Aubery y Connor me miran suplicantes como unos cachorros hambrientos. Pensándolo así hasta dan pena.
-De acuerdo.-digo y los dos sueltan una exclamación de alivio-.Pero solo con la condición de que nada más que hablaremos para estudiar. Solo estudiar.
-Trato hecho.
Después de eso suena el timbre y ambos se dan pegando pequeños saltitos y yo voy en dirección contraria, al despacho del señor James, sí, me lo he pensado mejor y puede que él me venga muy bien. No es mi hora pero visto de que estoy tan desesperada puede que me haga algún hueco. Cuando atravieso el pasillo, subo unas escaleras y después me encamino por el pasillo de los trofeos, ahí estoy: la puerta del despacho del señor James.
Todo dos veces la puerta y cuando escucho un adelante, entro.
-¿Calina Berry?-pregunta el señor James quitándose las gafas-.Pensé que no querías venir a mi consulta.
-¿Por qué? Solamente porque no haya venido a las otras dos sesiones…
El señor James se ríe y me indica que me siente en la silla como la primera vez. Así lo hago y después empiezo a mover mis manos muy incómoda.
-¿Qué me cuentas de tu primer mes en este instituto?
-¿Sinceramente? Apesta. No había visto a tantos adolescentes en una clase y que todos me cayeran tan mal.-niego con la cabeza-.No me sale muy bien eso de hacer amigos.
El señor James apoya su barbilla en la mano y me mira pensativo.
-¿Desde cuándo te viene eso?-me pregunta.
-Creo que desde siempre, nunca he sabido el por qué. Soy…me siento diferente, como si no fuera como los demás: un bicho raro.
-Te sorprendería el número de adolescentes que se sienten así.-me comenta el señor James pero aun así lo apunta en su ordenador-.Bueno, si has venido aquí es porque estarás preocupada por algo.
Asiento y suelto un largo y profundo suspiro mientras me miro las manos que no paran quietas. Tengo varias cicatrices plateadas en las manos y en las muñecas por culpa de “eso” que me sucede muchas veces.
-No sé cómo decirlo, pero algo está mal. Noto que algo en mí no está bien, cada vez que me enfado estallo y mis manos…
Suena un teléfono y el señor James me indica que espere. Asiento y mis hombros se bajan como si les hubiesen quitado un peso de encima. El señor James coge el teléfono y mira por la ventana mientras.
-¿Diga?... ah, sí esperaba su llamada.-hace una pausa-. ¿Estás seguro Cameron? No sé, no creo que sea eso lo que sucede…. Sí, lo comprobaré no te preocupes pero ahora no puedo yo… bien, si es ella. ¡No! No se lo voy a decir aún a mí no me toca decírselo ¿Qué a quien le toca? A nadie, lo dejaron claro… adiós.
Cuelga de una manera muy brusca y después me mira.
-Lo siento, no esperaba esta llamada ahora, no debería haberla cogido. Lo siento ¿por dónde íbamos?
No sé por qué pero la llamada que ha recibido me ha puesto nerviosa, como si yo supiera que hablaban de mí. Cojo mi mochila del suelo y me la cuelgo del brazo poniéndome de pie.
-No importa, ¿sabes qué? Tienes razón: esto le pasa a muchos adolescentes. Solo porque yo también lo sienta no significa nada ¿verdad? Bueno pues nada, me ha ayudado mucho señor James.
Salgo corriendo de su despacho quedando al señor James con la palabra en la boca y empiezo a andar por el pasillo. No puedo entrar en clases porque el señor James no me ha firmado la autorización que dice que estoy con él así que tengo otra hora libre mientras. Me paro a mirar los trofeos viendo todos los de fútbol (que no son pocos) y me paro en seco cuando el nombre de mi padre aparece con él en una fotografía jugando al fútbol.
“Adam Berry. Trofeo al ser el mejor campeón del instituto de Ravensfox”
En la foto aparece él con el brazo extendido, es el brazo derecho y en él puedo ver un tatuaje circular con montones de símbolos en su interior, como una marca o un logotipo. Nunca se lo había visto antes, porque siempre iba con camisetas de mangas largas.
Sigo caminando hasta llegar a los premios de las animadoras en donde una foto de una muchacha igualita a mí descansa en la hierba abierta de piernas y con una sonrisa de esas que también se encuentra en los ojos. Tiene el pelo atado con una cinta y a cada lado tiene dos pompones tirados.
“Anissa Book, capitana de las animadoras recibe el premio a la mejor estudiante de historia por su trabajo sobre “La historia de Ravensfox”
Sigo caminando mirando los otros montones de trofeos que hay hasta que un gélido aroma me da en la cara como un muro de piedra. A mi derecha hay tres sombras con tres colores de ojos diferentes: verdes, azules y grises. La de ojos verdes es la más grande y se acerca a mí a paso pesado pero de una manera tan silenciosa como la de un gato. Cuando se pone delante de mí extiende su mano negra y me toca la frente ahí en donde antes de mi un golpe y no noto nada, como si me atravesase. Después señala el retrato de mi madre y la sombra desaparece como si se hubiese derretido, un segundo después suena el timbre y montones de alumnos salen disparados a la salida del instituto: volvemos a casa.
-¡Este sábado partido final!-exclama un muchacho alto de ojos verdes que pasa por mi lado y me da un golpe en el hombro.


sábado, 29 de marzo de 2014

Capítulo 10

La mochila se me cae al suelo de la impresión. ¿Qué demonios estoy haciendo? Quiero ir hacia ella, pero sé que no debería hacerlo, en parte por mi bien y en otra porque dentro de un rato tengo que entrar en clases.
A la mierda las clases. Dejo mi mochila en el suelo y empiezo a correr hacia las escaleras y bajarlas de dos en dos. Cuando llego abajo hay tres puertas: una enfrente que da al campo de juego y dos laterales; una de los vestuarios de las chicas y otro de los chicos.
Noto una presencia en el vestuario de las chicas y sin pensármelo dos veces voy derecha hacia la puerta. Suelto un suspiro y entro. De verdad necesito arreglar todo esto, no puedo vivir así: con miedo y asustada de lo que me pueda pasar o de lo que pueda hacer. He estado pensando durante todo este día en lo que me pasó ayer y no creo que sea la primera vez, o sea, la vez que salió incendiado el instituto creo que lo provoqué yo. No sé cómo ni por qué, pero sé que estaba enfadada y a los minutos después todo salió ardiendo y yo me quedé desmayada por el humo. Cuando me desperté estaba en el hospital y Chris estaba conmigo, no estaba feliz por estar yo despierta sino que estaba asustado y preocupado.
Suena una taquilla cerrarse y pego un brinco del susto. Aquí he pasado poco tiempo pero sé que mi taquilla está en esa dirección, la de la esquina más alejada de la puerta.
Voy hacia ella con la esperanza de que no haya sido esa pero lo es. En el suelo hay montones de papeles, uno rotos y otros en blancos. Cuando me agacho y los cojo, veo que son dibujos como el que me encontré la otra noche en mi cuarto. Me pongo tensa y empiezo a recoger todos los papeles escuchando mi respiración agitada. ¿Quién me está haciendo esto y por qué? No lo entiendo.
-¿Hola?-grito, y mi voz hace eco. Me asusto cuando una de las duchas empieza a echar agua. Después son miles.
Empiezo a correr hasta las duchas y veo que todas están encendidas. Miro a todos los lados y no hay nadie, miro al techo y tampoco hay nadie. Me acerco a las duchas sin importarme que el suelo se esté empezando a encharcar e intento cerrarlas, pero están tan fuertes que no soy capaz de pararlas. Intento con otra y tampoco me deja.
Me doy por vencida y miro al suelo; el agua me llega ya hasta los tobillos. Cuando entras en las duchas tienes que bajar dos escalones así que esta parte se tiene que inundar hasta esa altura, si esto sigue así llegará al suelo de los vestuarios en total. Miro al centro, en donde está el desagüe, que está atascado por algo. Me acerco y ahogo un grito: es pelo humano.
Esto es de locos, yo ya no aguanto más. Empiezo a correr hacia la salida y cuando mis manos tocan el pomo, descubro que está cerrada desde fuera. Intento no ponerme nerviosa y miro por las ventanillas: no hay nadie. Absolutamente nadie. Estoy sola.
-¿Hola?-grito, aunque sé que nadie pueda escucharme porque está disfrutando de su recreo-. ¿Hay alguien?
No hay nadie.
Me dejo caer en el suelo y empiezo a pensar en algo, ¿qué puedo hacer? Después tenemos gimnasia, puede que aguante una media hora más ¿no?
¡No! El ruido de las duchas me está poniendo enferma, es como una tortura. No me gusta estar atrapada sabiendo que alguien me la está jugando. Sabiendo que una sombra me la está jugando.
Las sombras no son como la quemazón en las manos (bueno, el fuego de mis manos) a ellas no sé cómo detenerlas o por qué aparecen, solo sé que preferiría quemarme antes de volver a verlas. Intento pensar en otras cosas como los ejercicios de matemáticas.
Suena la caída de una barra de hierro y me sobresalto. Cuando abro de nuevo los ojos (no sabía que los tenía cerrados) me doy cuenta de que el agua ha llegado hasta mí y ahora me empapa los pantalones y un poco de la camiseta. Me pongo nerviosa y me pongo en pie. El agua me llega por un poco más arriba de los tobillos, pero ¿cómo? Esto no se puede llenar de agua tan rápido, es demasiado grande para ello. Si esto sigue así no lo contaré. Esto es de locos.
Me doy la vuelta y empiezo a golpear la puerta seguidamente y con desesperación.
-¿Hola? ¡Que alguien me ayude!
Ahora el agua me llega por las rodillas. Puedo notar como las sombras se ríen de mí y me noto pequeña entre este mar de agua.
Respiro hondo y me quito los guantes de las manos. Las quemaduras aún están ahí pero no tienen mala pinta, o eso pienso yo. Extiendo las manos delante de mí y pienso en cómo producir el fuego. Solo pienso en ello.
Pienso en llamas. Hogueras. Fuego… no pasa nada. Empujo el aire para ver si así sale algo, pero mis manos siguen sin emitir nada.
El agua me llega ahora por mitad del muslo. No lo voy a contar, me lo estoy viendo.
Vuelvo a internarlo una, dos, cinco veces… ¡No pasa nada! ¿Por qué no pasa nada? No lo entiendo. Quiero que suceda. Necesito que pase, no quiero sentirme pequeña para que las risas de las sombras me tapen los oídos.
El agua me llega por la cintura y estoy asustada. Me apoyo en la puerta porque ya me he dado por vencida, no puedo más.
Noto una presión en mi espalda, para entonces ya tengo el agua por la barbilla. Tomo lo que creo que es mi última bocanada de agua cuando por fin sucede. De mis manos sale fuego y me sorprende pues estoy bajo el agua. Abro los ojos como platos y noto el calor en mis manos. Me doy la vuelta y suelto llamaradas ardientes hacia el pomo de la puerta del vestuario. Se abre al instante y el agua baja hasta que yo me doy un golpe en la cabeza con el suelo.
Empiezo a toser cuando una mano se posa sobre mis hombros mojados, como toda yo. David está enfrente de mí con ambas manos sobre mí ayudándome a ponerme en pie. A través de mi ropa mojada puedo notar el calor de sus dedos, es como tener una segunda piel. Los ojos insistentes de David me piden una explicación. Yo solo intento tomar todo el aire que he estado conteniendo.
-¿Estás bien?-me pregunta apoyándome en la pared. me dejo caer de nuevo al suelo porque mis piernas no me responden-.He escuchado los gritos. Yo… estaba en el campo practicando y he venido y… ¡Guau! ¿Estás bien?
Asiento con la cabeza cuando suena el timbre. Me tapo los oídos y la cabeza me da vueltas.
Trago saliva y miro a mi alrededor, la única que está mojada soy yo. Ni el suelo ni nada más. Miro al interior de los vestuarios y estás secos, salvo la parte de las duchas, claro
-¿Has visto algo?-pregunto, recordando que de mis manos han salido llamaradas. Me las miro por una fracción de segundo antes de mirar a David y su pálido rostro.
David niega con la cabeza.
-Nada más que a ti desmayada en la puerta… parecía que te habías dado un golpe justo aquí.-me toca la frente y siento una punzada de dolor, cuando David aparta su mano está manchada de rojo: sangre-.No sé por qué estás mojada ni cómo te has hecho la herida, ¿por qué has entrado?
-Yo… no lo sé, creí haber visto algo y entré corriendo.
David se lo piensa antes de asentir con la cabeza.
-Tengo que llevarte ahora a la enfermería.
-¡No! No puedo ¿entiendes? Harán preguntas y no quiero que nadie vea como estoy. No ahora…
David parece pensárselo mejor y asiente despacio, enderezándose y ayudándome a mí a ello también. Me apoyo en la puerta porque noto que me tambaleo.
-Hazme un favor Cali.-David señala un cartel en la puerta de los vestuarios-.Antes de hacer algo, lee los carteles.
Así lo hago ahora, en el cartel pone claramente: “NO CERRAR LA PUERTA SI NO QUIERES QUEDARTE ENCERRADO. ADVERTENCIA: LAS DUCAS ESTÁN ROTAS”.
-Así lo haré. A partir de ahora.
Genial, tengo que parecer imbécil.

Después de entrar por la puerta de casa, me asomo por la ventana del salón para ver el coche de David alejarse calle abajo. Gracias a él he podido saltarme todas las demás clases que tenía, no quería estar ahí y que me vieran con las ropas mojadas y una brecha en la cabeza, aún no sé cómo me ha he hecho. Todo es demasiado confuso, no sé qué ha pasado ahí dentro, ni siquiera si David me estaba mintiendo. Todo ha pasado cuando he querido salir de la biblioteca porque me estaba mareando y entonces vi las garras de Luke…
Tengo que hacer una nota mental con eso, aún me resulta escalofriante. Subo las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi cuarto y quitarme la ropa húmeda y meterme en la ducha, no tengo tiempo por salir, si pudiera me quedaría aquí mucho tiempo. El agua caliente empieza a hacer efecto y mis músculos se relajan. Cuando salgo me meto en una toalla y me miro al espejo, mi reflejo está borroso por el vaho así que paso la mano por encima de él y entonces me miro la frente que ha adoptado un color morado alrededor de una brecha roja. Por lo menos no sale sangre de ella.
Me vibra el teléfono móvil y lo cojo cuando se apaga la pantalla. Tengo un mensaje desconocido, pero aun así lo abro.
A la próxima no tendrás tan buena suerte.
 Miro a todos los lados aunque esté sola, ahora noto que me están observando. Vuelvo a notar frío y una sensación de vacío se apodera de mí. Es siempre lo que pasa cuando hay una sombra cerca.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Capítulo 9

Normalmente en los recreos siempre voy a la biblioteca y como estamos en la última semana de clases, esto está abarrotado de gente. Estoy en la sección de libros de historia (adoro la historia) buscando un libro sobre Ravensfox que me pueda ayudar, desde que estoy aquí las sombras, los sueños e incluso lo de mis manos está empezando a ser más poderoso, es como si tuviese alguna conexión. Por no olvidar que parece ser que alguien tiene secretos conmigo, Nate y Connor hablaban de mí un día, pero seguramente eso no sea nada. Después está lo que vi en clase de biología al lado de Aubery, en donde ella pareció curarse por arte de magia en un momento de un corte que sé que se lo hice. Por último están las tres cosas que me pasaron ayer: el sueño, el dibujo y los ojos luminosos de Luke y Nate. Todo parece conducir a ellos pero no parecen ser psicópatas.
Cuando voy a coger un libro del estante alto, tengo que ponerme de puntillas y ni con esas consigo agarrarlo fuerte. Lo empujo con los dedos hasta que cae a mis pies, no tengo buenos reflejos. Alguien coge e libro antes que yo y veo a David enfrente de mí sonriendo, no sé por qué cada vez parece ser un muchacho más alegre desde nuestro encontronazo mi primer día de clases.
-¿Estudiando de historia Cali?, creí que no tenías por qué hacer exámenes.
-Así es. Solo estudio un poco sobre esta ciudad, ¿quién no lo haría?-sonrío de lado echándome hacia atrás el pelo con nerviosismo. David me tiende el libro y yo lo acabo cogiendo para abrazarlo sobre mi pecho, como si fuese un escudo.
>> ¿Y tú? Si eres capaz de hacer esos acertijos para el periódico no sé qué haces en la biblioteca estudiando para un examen que tienes ahora. Creí que eras más listo.
David me mira a los ojos por una fracción de segundo antes de sonreír de manera cansada. Se apoya en la estantería y me contesta:
-No estoy aquí para estudiar sino para hacer el titular de otro artículo que me ha encomendado nuestra “jefa”.-me tiende un folio escrito en donde se puede leer en letra en negrita y en mayúsculas “FIESTA EN HONOR A ALISSON”.
-¿Es la chica muerta?-pregunto. Un escalofrío me recorre la espalda al recordar que yo poseo ahora su taquilla.
David asiente.
-Era mi amiga.-me comenta con aire sombrío-.Alisson era lo mejor que pasó por mi vida, no se merece lo que le pasó.
Trago saliva y me humedezco los labios. Me acerco más a él porque las palabras que formulo no me gusta que las oyera nadie.
-¿Cómo murió exactamente?
-Un accidente de tráfico, iba por la carretera del bosque cuando se le apareció algún animal y se chocó contra un árbol.
Esa historia me suena de antes, mis padres murieron así cuando decidimos abandonar esta ciudad… íbamos por el mismo camino. Lo único que hay de diferencia es que uno al menos salió convida: yo. Por muchos años me he estado sintiendo culpable por la muerte de mis padres, yo debería haber muerto con ellos también, no es justo que la vida me arrebatase a lo único que quería en este mundo y me quedase sola. Después comprendí que yo no tenía la culpa, que no la tuvo nadie.
-Tengo que irme a practicar en el terreno de juego, solo si quiero que el entrenador me acepte.-me dice David canteándose-.Ah, y tienes que mirar desde todos los sentidos, nunca creerías cual es la respuesta. Busca siempre lo más extraño que se te ocurra.
-¿Cómo?-pregunto.
-La respuesta de mis adivinanzas y acertijos: solo piensa en algo que no tenga sentido. Así es como funciona.
Lo veo salir de la biblioteca. Vale, puede que no sea un poco rarito y sin sentido, pero parece ser un buen chico, como todos los raritos y marginados de los institutos.
Me siento en una de las mesas que hay libres (hay muy pocas, pero algo es algo) y abro e libro delante de mis ojos para empezar a leer.
Ravensfox es una de las ciudades más pequeñas y con mayor número de habitantes.-vale, hasta ahí todo es normal-.Aquí se puede disfrutar de la fauna y la vegetación que la rodea como una capa; el animal que era más característico, el lobo, por desgracia decidió emigrar al sur en donde hace más calor.
Esta ciudad es muy turística, sobre todo por los patrimonios que tiene, en esta ciudad se dice que está el área en donde quemaban antiguamente a las brujas, colocado en la periferia, ahora se cree que esa zona está maldita.
Brujas, antiguamente se acusaban a muchas mujeres de ello y por eso las quemaban o las tiraban por algún acantilado. En el segundo caso creían que si eran brujas sobrevivirían, sino era una falsa acusación y entonces la mujer moría, en el primer caso las ataban para que no pudiesen escaparse y entonces morían quemadas.
Alguien me coge el libro de las manos dejándome con la lectura a medio camino, la sonrisa fanfarrona de Eric está el otro lado.
-¿Qué haces Cali? Creí que tendrías mejores fotos que enseñarme.
-Eric no estoy de humor para tus…estupideces. Ahora déjame sola.
Eric niega con la cabeza y lee el título del libro.
-¿Historia de Ravensfox?
-¡Huy, pero si sabes leer! Ahora enséñame como caminas. Fuera de aquí.
Eric da un golpe en la mesa con el libro haciéndome pegar un salto y se pone de pie, echándose un poco hacia delante para ponerme más a mi altura. En estos momentos intimida, pero no es nada que yo no pueda controlar.
Empiezo a cabrearme y mis manos empiezan a arder. No, pienso, aquí no por favor.
-No estoy de juegos Calina.-me contesta Eric con un tono sombrío e intimidante-.Quiero que me hagas un favor ahora mismo: aléjate de nuestras vidas ahora mismo.
-Ahora mismo eres tú el que tiene que alejarse de mí Eric.
Eric sonríe pesadamente.
-No estoy bromeando, no quiero que hagas daño a nadie, sobre todo a Sam.
-¿De qué estás hablando? Me estás asustando.
Eric me tira el libro al regazo y olvido la sensación de dolor que me produce y el ardor de mis manos cuando lo veo marchar. Creo que me estoy quedando sin aire,. ¿A qué se refería con todo eso? No voy a hacer daño a nadie, o eso creo. ¿Lo sabe? No, Eric es el tipo de idiota que solo se da cuenta de su reflejo en el espejo. Pero me ha dado miedo.
-¿De qué iba todo eso?-Connor se sienta a mi lado, de él si me imagino que estudie antes de la hora del examen-.Cali ¿estás bien?
Asiento pesadamente con la cabeza, ahora me siento muy cansada, como si alguien me estuviese empujando hacia abajo. Sí, espero que la tierra me trague en estos momentos, me estoy portando como una imbécil, si Eric sabe algo de lo que me está pasando es porque él tiene algo que ver ¿es bueno o es malo? Es algo que no he conseguido averiguar.
-Bueno, ¿qué harás este jueves? Vamos a ir a celebrar el fin de las clases a un bar de carretera ¿te apetece venir?
Entonces miro a Connor a los ojos. No puedo quedar este jueves más que nada porque es mi cumpleaños, sí, hago los años en el solsticio de invierno. No quiero que él lo sepa.
-¿Este jueves? Eh, no. No puedo.
-¿Por qué no?
-Pues porque no ¿vale?-le contesto tajante y el momento me arrepiento de haberlo hecho.-Connor yo…lo siento pero no puedo porque Chris hace los años y tenemos que celebrarlo.
Connor asiente y mira el libro que tengo sobre el regazo, lo señala con la cabeza y me dice:
-¿Qué haces estudiando de Ravensfox?
-Solo quería saber en dónde me he metido.-comento sonriendo-. ¿Qué me dices de esta ciudad?
Connor se encoge de hombros.
-Pues es muy normalita la verdad…. Salvo por esos ataques de animales que tuvimos por un tiempo, aparecieron muchos campistas muertos. Nadie pudo encontrar al animal, crees que fueron un lobo.
-¿Un lobo? pero si emigraron al sur.-le digo, recordando lo que he leído hace un momento.
-Sí, pero no todos son iguales ¿verdad?-comenta una voz, es Luke. Se sienta a mi lado y me quita el libro del regazo. Después de unos segundos se sientan también Aubery y Nate. Genial, pienso, ahora estamos todos en paz y compañía.
-Pero todos van en manada, los lobos buscan una manada porque no pueden vivir solos.-recuerdo-.Si hay o había uno, quiere decir que hay más con él.
-¿Podemos dejar de hablar de lobos?-Aubery apoya los codos en la mesa-.Cali, ¿quieres venirte con nosotros el jueves a un bar de carretera?
-No puedo, es el cumpleaños de Elena.
Connor levanta la cabeza de su libro y me mira sorprendido.
-¿No era el cumpleaños de tu tío? Oye, ¿por qué no lo llamas tío?
Ignoro su último comentario y empiezo a jugar con un hilo suelto de mi camiseta, pensando en lo que le voy a decir.
-Pues entonces perfecto: te vienes.-Aubery sonríe.
Niego con la cabeza.
-No puedo, es que de verdad que tengo un cumpleaños…
-¿De quién ahora, de tu perro?-Nate parece divertido con esta conversación. Parece ser el único.
-¿Es que no os dais cuenta lo pedante que podéis llegar a ser?-pregunta Luke que hasta ahora había estado leyendo el libro que me ha quitado. De su boca asoma una sonrisa y después me señala con el dedo-.Es su cumpleaños y no quiere celebrarlo con vosotros.
Me humedezco los labios.
-Tampoco contigo.
Luke se ríe a carcajadas y la bibliotecaria, la bibliotecaria le indica que se calle con un sonido pedante.
-Tranquila, mi pequeño corazoncito se curará de ello.
Empiezo a ponerme cada vez más nerviosa y entonces me fijo en algo que antes no había visto, no sé si por la luz de la ventana que tengo delante o es que solamente no quería darme cuenta. Es el aura que se ha formado alrededor de Aubery, de un color violeta con matices en negro; el de Connor en de color verde. Los de Nate y Luke son de color naranja, el del último es más oscuro que el del primero además de ser mucho más grande. Entonces vuelvo a pensar en las fotografías del otro día, en las que los ojos de Luke y Nate son como los de un gato y brillan como dos puntos luminosos… Vale, si antes estaba nerviosa, ahora mucho más.
Me pongo de pie, mareada y con ganas de desmayarme, necesito irme de aquí ahora mismo.
-Cali ¿estás bien?-Luke extiende sus manos pero en vez de vérsela ahí normal y corriente, son unas manos con unas garras; como las de un lobo.
Me aparto corriendo y cojo mi mochila para salir corriendo de aquí, dejando todo detrás de mí. Los demás deberán pensar que estoy loca o chiflada, y tienen razón. Ahora veo alucinaciones. Cuando salgo fuera noto el frío del pasillo. Entonces la veo: la sombra en las escaleras con dos ojos azules. Es de ella de la que sale el frío, y me indica que la siga.

martes, 25 de marzo de 2014

Capítulo 8

Cuando me despierto al día siguiente noto una sensación de ahogo y un dolor tremendo sobre la frente, mis sueños son extraordinariamente raros además de sin sentidos. Me quito las sábanas de encima porque noto que cada vez estoy más ahogada. Estoy llena de sudor, necesito ducharme. 
Cuando me meto en la ducha no me importa que esté fría, solo quiero quitarme los rastros de la noche anterior, el sueño… él parecía conocerme bastante bien, pero yo no sé quién es, ni siquiera sé a qué se refería.
Me pongo ropa cómoda y deporte porque hoy no tengo ganas de salir de casa y nadie va a quitarme la idea de la cabeza. Cuando bajo las escaleras veo que Elena está cogiendo unos papeles y está vestida también con ropa de deporte, cuando me mira se sorprende.
-¿Qué haces despierta a estas horas? Son solo las ocho de la mañana.
Llego a la entrada y miro el reloj de la cocina que marca las ocho de la mañana. Anoche me dormí muy temprano, eso lo explicaría todo. Me encojo de hombros.
-Tengo que hacer un trabajo para el periódico, mejor empezar pronto que tarde.
Elena sonríe.
-Así me gusta.-señala la cocina y luego la puerta-.Tengo que ir a hacer unas compras, tu tío no está y hay comida en el frigorífico. Nos vemos esta tarde.
Se despide de mí dándome un beso en la frente (cosa que solo hace en mis cumpleaños) y sale por la puerta cerrando con llave. Cuando estoy sola, entro en la cocina y me preparo el desayuno: cereales con leche, nada nuevo. Después de estar un buen rato viendo revistas y la televisión, me bajo el portátil de mi cuarto y meto la tarjeta de la cámara de fotos en el ordenador para seleccionar las mejores.
Resulta que hice muchas a pesar de no estar atenta. Casi todas son de Eric cogiendo la pelota (pero luego no ganó) y de los demás jugadores siendo derribados y todo eso. Empiezo a pasarlas una a una hasta que me paro en una fotografía un poco extraña, es de Luke mirando justo al foco de la cámara, o eso es lo que creo porque en vez de sus ojos azules tiene dos puntos luminosos sobre ellos, como si llevase lentillas…. Paso a otra foto para ver si sale así y sí, en la foto en la que salen todo el equipo junto está igual, junto con Nate que en esta tiene los ojos abiertos.
Me echo hacia atrás en el asiento y las miro desde ángulos diferentes, como si así fuera a darme cuenta de que no es real, pero no: es así. Descarto todas las fotos en las que salen ellos dos con los ojos abiertos y me quedo con doce (como dije: casi todas de Eric) y al final decido ponerme a hacer deberes de cálculo. Es divertido este trimestre porque yo no tengo que hacer ningún examen como los otros, a mí me ha cogido las notas de mi instituto en Londres y ya está, son todas muy buenas por lo que no tendré que preocuparme. Sin embargo las fotos de Luke y de Nate me las quedo yo, guardadas en mi ordenador por si acaso.
Ahora que me fijo, parecen los ojos de un gato.

-¿Diga?
-Soy Sam.-me contesta una voz desde la otra línea, ¿Sam sabe mi teléfono? ¿Cómo? Yo no se lo he dado-.Si te preguntas como me sé tu número de teléfono es muy sencillo: lo saqué de la hoja de presentación.
Me quedo sentada en el sofá escuchando su voz explicármelo todo hasta que le digo al fin:
-¿Qué quieres?
-Uy hija que mal humor me gastas.-su voz es divertida, casi como si se estuviese burlando de mí-.Quería llamarte para que me hicieras el favor de traerme las fotos que sacaste el otro día.
-¿No se supone que las tengo que entregar el lunes a las siete de la mañana?
Sam se queda cortada un momento. Mientras me cambio el móvil de una oreja a otra y empiezo a contar las gotas del techo, es extraño, además de estas semanas que he estado aquí esta casa es nueva para mí pero me resulta familiar, como un sueño.
-Pero resulta que no pueden quedar muchos ese día así mueve tu culo hasta mi casa. Ahora.
Después de eso me da las indicaciones de donde está situada su casa y me empiezo a mover hacia la puerta. Rezo con que no se hayan llevado el coche y para mi sorpresa así es.
Cuando termino de ponerme el cinturón, miro al cielo. He estado toda la tarde sola, ni siquiera Elena ha llamado para saber dónde estoy. En fin, mejor será que empiece a ponerme en marcha si no quiero que se me haga de noche.
 A las siete de la tarde estoy tocando el timbre de la enorme casa de Sam. Ella me abre la puerta con una sonrisa, pero se le borra cuando ve que soy yo. Lleva puesto un pijama amarillo de seda y unas zapatillas de andar por casa verde chillón de pompones. Su pelo está recogido en dos moños laterales y lleva los auriculares puestos.
-¿Qué quieres?-me pregunta.
Le enseño el portátil pero sigue sin saberlo.
-He traído las fotos.-le informo cansada-.Como me dijiste.
Sam abre la boca y la vuelve a cerrar. Me deja pasar y doy con un recibidor enorme. Me indica de suba con ella las escaleras laterales y damos con un piso superior, a la derecha hay como cuatro puertas y entramos en la segunda, que es su habitación. Es toda verde (hasta los muebles) y está llena con fotos suyas y de Eric. Cuando pasa al lado de una foto de ellos dos, sonríe y le da un pico a su novio.
Me quedo en el medio, entre la cama y la cómoda. Sam me mira y me indica que me siente en la cama. Así lo hago.
-Déjame el portátil y pasó las fotos a mi pen.
Se lo doy y veo como lo mete dentro de la herradura y mira la pantalla que se ilumina. Me pongo de pie y empiezo a toquetear las cosas que tiene por la cómoda. Solo son fotos suyas, pero me parecen muy bien hechas.
-¿Te gusta la pintura?-me pregunta al momento Sam. La miro y asiento con la cabeza. Ella señala la pantalla de mi portátil-.Es que tienes buenos dibujos aquí metidos, ¿son tuyos?
Me acerco a Sam y miro los dibujos de la pantalla. Sí que son míos, pero yo no recuerdo haberlos hecho nunca.
Sam va pasando las fotos una a una y son casi todas las mismas: lobos aullando a la luna o simplemente ahí en el folio, son hacer nada más que mirarte con ojos amarillos verdosos brillantes.
-Podrías hacer los dibujos de algunos artículos.-me comenta Sam-.En vez de fotos, son bastante buenos y quedaría muy bien. Solo sin ser de lobos…
Eso parece alterarle un poco, pero no tanto como a mí. Yo no los he metido ahí dentro, ni siquiera sé cómo los hice o cuándo.
Me doy cuenta de otro detalle en esos momentos. Cojo el portátil de las manos e Sam.
-Tengo que irme, mi tío necesita el coche. ¿Nos vemos mañana?
No espero a que Sam conteste. Me voy corriendo y bajo las escaleras igual. Cuando llego a mi coche no me pongo el cinturón y piso el acelerador tan fuerte que me doy una sacudida contra el asiento. Por suerte no me encuentro con nadie en el camino y toda la carretera es para mí. La casa de Sam no resulta estar muy lejos en coche, pero andando sí. Vive como a ocho manzanas del instituto y el edificio está alejado de mi casa.
Ya es de noche, es lo que suele pasar cuando se acerca el invierno. Me gusta la fecha de mi cumpleaños porque hago los años el mismo día que empieza el invierno. Aunque no me gusta mucho el frío. Siempre he sido más del calor y del verano, aunque mi estación favorita es la primavera.
Miro a mi izquierda cuando cruzo una esquina y veo algo que me llama la atención; en un callejón hay dos puntos amarillos verdosos, pero no puedo llegar a ver más porque está muy oscuro. Me paro en el paso de peatones porque el semáforo está en rojo y me fijo mejor en los puntos. Alrededor de ellos hay un aura de color naranja, como la de Luke y Nate. En ella se pueden ver mejor los colores, los puedes distinguir. Me asusto un poco cuando los puntos empiezan a moverse hacia mí. Suena el claxon de un coche detrás de mí y me pasa, el conductor me hace un gesto con la mano y acelera de nuevo. Cuando vuelvo a mirar al callejón ya no están los puntos rojos.
Alguien golpea el cristal e mi coche.
-¿No es un poco tarde para que estés fuera de casa?-me pregunta Nate con una sonrisa. Va vestido con unos vaqueros oscuros y una camiseta de manga corta blanca. ¿No tiene frío?
Miro detrás de nosotros y no hay nadie. Es un poco extraño, porque estamos en medio de toda la carretera.
-Venía de casa de una amiga.-contesto, mirándolo a los ojos-. ¿Y tú? No me digas que ya eres mayorcito como para cuidarte solito.
Nate se ríe.
-Salgo de trabajar ahora.-me dice, señalando una tienda detrás de él-.Mi tienda está abierta para ti, ¿sabes?
-No he tenido tiempo de descubrir la ciudad. Pero me apetecería venir alguna vez a… Vinyl Rolling. Vaya, un nombre muy bonito.
Nate se apoya en el coche y me sonríe.
-Invención de mi jefe.
Miro detrás de Nate y no veo nada más que el callejón y la tienda cerrada. La luz parpadea encima de ella y le da un aspecto más siniestro. Me agarro fuerte al volante cuando Nate mete la mitad de su cuerpo por la ventanilla y me abrocha el cinturón. Su respiración me agita el pelo cuando retrocede sonriendo.
-La seguridad ante todo. Sobre todo en días como hoy. Ten cuidado el miércoles.
-¿Por qué?-le pregunto.
-Porque hay luna llena-comenta sonriendo. Se da la vuelta y va andando hacia una moto negra que está aparcada en la esquina. Cuando se sube encima, agita la mano y sale disparado emitiendo un sonido a lata cuando pisa el acelerador.


Cuando llego a mi casa no hay nadie esperándome. Elena no sé dónde estará y Chris sigue en el trabajo hasta las doce de la noche o así. Subo las escaleras en dirección a mi cuarto. Cuando llego, cojo el dibujo del otro día y abro el portátil para mirar todos los dibujos tan repetidos que tengo ahí guardado, siempre los mismos dibujos y lo peor de todo: los he hecho yo.
Empiezo a oler a quemado y cuando me fijo en los papeles están ardiendo y de mis manos salen chispas ardientes y de color rojo. ¡Dios mío! De mis manos sale fuego. Tiro los papeles al suelo y doy un brinco hacia atrás más de la impresión que del miedo que tengo. Entro corriendo al baño y empiezo a llevarme las manos con agua, pero no soy capaz de apagarlas, noto como me voy sintiendo más y más cansada hasta que la luz se va oscureciendo.