miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo 5

Me he levantado tarde y no me ha dado tiempo de desayunar, lo he hecho por el camino, mientras Elena conducía como una loca. Llego justo a tiempo de que suene el timbre y me siento en mi sitio de siempre, hoy hay un ambiente raro. Está demasiado tranquilo, los demás están todos sentados y cuatro sitios están libres: Connor, Luke, Aubery y Nate. Ellos son los que faltan.
Cuando entra el profesor todos siguen tranquilos y con la mirada al frente, yo solo saco los libros y espero a que el profesor empiece a hablar, pero no lo hace. Se queda mirándonos a todos y se sienta en su silla con los ojos en blanco, como todos los alumnos. Miro la hora para ver cuánto tiempo hemos perdido y resulta que no se mueve. Nada aquí se mueve salvo yo. Empiezo a asustarme y me pongo de pie, dejando todas mis cosas en la clase y me pongo a correr escaleras abajo.
Intento llegar a la puerta de salida justo cuando alguien se abalanza sobre mí y unas sombras aparecen detrás de mí. Sus ojos son de varios colores, una sombra los tiene azules como el cielo; otra grises y otras de color verde. Todo lo demás es oscuro en ellas, como si solo los ojos tuvieran vida. La de ojos azules se abalanza sobre mí y me pega un golpe contra la pared ahogándome con una mano.
-No puedes escapar de mí, pequeña Spiritus.-me dice la sombra de ojos azules. Su voz es femenina y metálica. Se para en cada frase que dice, como si le costase hablar. Su agarre en mi cuello se hace más fuerte-.No puedes escapar de nosotras.
Las otras dos sombras se acercan a nosotras y empiezo a gritar antes de que me caiga sumida en un sueño. Este pasa en el bosque. Me encuentro tendida en el suelo, mirando al cielo claro. Voy vestida con un vestido blanco que me llega hasta la mitad del muslo y voy descalza. Cuando me pongo de pie no soy capaz de sentir nada, ni siquiera sé si tengo frío.
Me pongo nerviosa y de mis manos salen chorros de fuego. Llamaradas ardientes de color rojo anaranjado salen de mis palmas y a mi alrededor se forma un círculo, como si esto me protegiese, como si lo que me pasase no fuera malo.
Escucho un crujido y unos animales se acercan a mí, pero se encuentran alejados por culpa del fuego. Sé que son animales porque les veo una cola y unas orejas puntiagudas. Con sus dientes afilados. No sé qué animales son, pero un sexto sentido me dice que he hecho esto para protegerme de ellos.
Escucho unas risas a mí alrededor y el fuego se apaga. Los animales se marchan y las sombras vuelven a aparecer, esta vez más visibles y más negras, vestidas con túnicas y con las caras tapadas.
-¿De verdad crees que te librarás de nosotras? ¡Niña estúpida!-la sombra más alta y con la voz más chillona levanta una mano y unas raíces salen del suelo y se agarran a mis muñecas, tobillos y garganta. 
Esta vez no pasa nada más. Me sumo en un sueño aún más profundo.
Me levanto del sueño ahogando un grito y sin poder respirar, llena de sudor y con muchísimo calor. Elena me mira y veo que sus labios se están moviendo pero no soy capaz de escuchar lo que dice, como si me hubiese quedado sorda.
Me tapo los ojos y me acurruco más en la cama húmeda por mi sudor.
-…pensé que debería despertarte-va diciendo en esos momentos. Por fin se me han destaponado los oídos-porque como son las ocho y media y has quedado a las nueve…
-Sí, sí. Muchas gracias.-le respondo, abriendo los ojos.
¡Mierda! Ha vuelto a pasar, no quería quedarme dormida porque sé que las pesadillas me iban  perseguir. Me desarropo y empiezo a caminar hacia el cuarto de baño, Elena me sigue y pone una mano en el marco de la puerta para que no la cierre.
-¿Estás bien?-me pregunta.
No le contesto porque empiezo a cepillarme los dientes y a recogerme el pelo en una trenza lo mejor que puedo.
-Parecía que no te querías despertar, estabas muy dormida.
Sigo sin contestarle y esta vez me enjuago la cara y el cuello con agua para quitar el rastro de sudor que tengo. No me da tiempo a cambiarme; necesito irme ya.
-¿Duermes bien estos días?-insiste Elena-.No he vuelto a hablar con el señor James, ¿vas a sus consultas?
-¡Estoy bien!-exclamo cansada. La miro con dureza y vuelvo mi cabeza al espejo para observar mi reflejo. Ni hay nada que hacer; estoy hecha una pena-.Mira, no he vuelto a ir a esas consultas porque no quiero que nadie sepa de mis problemas. ¡Son míos! No son ni tuyos, ni de Chris. Son solo míos.
Cojo el abrigo de mi silla y salgo corriendo escaleras abajo. Cuando llego al salón, miro si está Chris. Es así, está con su cerveza en la mano y el mando de la televisión en la otra.
-¿Puedo coger tu coche?-le pregunto.
-¿Para qué?
Me cruzo de brazos y suelto un largo suspiro.
-Para hacer carreras ilegales, ¿tú qué crees? Necesito ir al instituto.
Chris se cantea desde el sofá y me mira con ojos penetrantes. Me encojo de hombros y al final asiente con la cabeza de mal gusto.
Cojo las llaves de la entrada y salgo pegando un portazo. Cuando me meto en su  Mercedes rojo no soy capaz de evitar gritar de frustración, ¿por qué me tiene que pasar todo esto a mí? Las sombras cada vez van siendo más poderosas en mi mente.
Meto la llave y empiezo a salir de la calle. El coche de Chris es muy cómodo salvo porque tengo que echar el asiento hacia delante para poder llegar a los frenos y acelerador. Cuando llego a una rotonda me doy cuenta de que no sé nada más ir al colegio desde aquí e ir a mi casa de nuevo, no sé nada sobre esta ciudad. Antes, cuando era pequeña solía ir a un pequeño parque con mis padres cada tarde y me acuerdo que siempre jugaba en el estanque con mi madre, ella era la única que conseguía dar más de diez veces al agua con una piedra. Ni siquiera mi padre, tan fuerte puedo superarla.
Suena el pitido de un claxon cuando estoy a punto de chocarme con él. Ahora que me doy cuenta nunca ha tenido mucho significado para mí lo que mi madre me decía, porque era artista y los artistas hay veces que no están muy bien de la mente. Empiezo la marcha de nuevo.
Mis manos empiezan a cosquillearme levemente cuando se aferran muy fuertes al volante. Pego un frenazo justo a tiempo de no llevarme a un perro por delante. Espera, ¿eso era un perro? Es mucho más grande que uno y además tiene unos ojos amarillos verdosos. De todos modos ya he llegado así que no importa mucho.
Aparco justo a tiempo, tengo diez minutos para llegar arriba: el aula 3-B. Es el que se utiliza para los castigos además de para el periódico.
Cuando empiezo a subir las escaleras tengo una extraña sensación: la de que alguien me persigue. Como siempre, intento ignorarla pero cada vez se hace tan intensa que creo que hasta tengo su aliento en mi nuca. Me canteo para ver si hay alguien, por si acaso pongo una mano en el pomo de la puerta del instituto. No hay nadie, ni un solo alma en esta noche tan fría que se me congelan hasta los dedos de los pies.
Subo las escaleras corriendo hasta que llego a la puerta. Cuando entro haciendo mucho ruido veo que solo hay cuatro personas, contando a Samanta Smith, que lleva un vestido multicolor hasta la mitad del muslo y unos tacones de espanto amarillos chillones.
-¡Calina Berry!-exclama acercándose a mí con los brazos extendidos-.Por fin te dignas a venir. Llegas dos minutos tarde, pero te lo perdono.
 Miro detrás de ella y hay un montón de gente, desde una muchacha pelirroja con unos pircing en las cejas hasta un muchacho de ojos verdes escondidos detrás de unas gafas metálicas. De todas las personas que hay ahí (como unas veinte) solo conozco a dos personas, una de ellas es Sam y otra es David, con el que desafortunadamente me encontré el primer día de clases saliendo de la consulta del señor James.
Sam me empuja hacia la mesa.
-Ven, siéntate con nosotros en la mesa.
Me siento al lado de la y una muchacha de pelo corto, vestida toda de negro y con los labios de un carmín rojo me pasa un cuaderno y un bolígrafo. Miro a toda la gente que está aquí para ver qué hacen ellos con cara aturdida.
-Bien Cali, ¿por qué no te presentas a todo el mundo? Queremos conocerte mejor.-me ofrece Sam extendiendo las manos.
-Pues soy Calina Berry pero todo el mundo me llama Cali porque mi nombre no suele ser muy escuchado.-digo, encogiéndome de hombros-.Me gusta la lectura y el dibujo y he venido a fotografiar para adornar el periódico.
Me quedo callada y todo el mundo me mira con ojos como platos. Después de eso Sam empieza a hablar y a decirle a cada uno de nosotros a qué se van a dedicar toda esta semana para tener el periódico en punto el lunes a media jornada de instituto. Por lo que se ve David se encarga de los acertijos en el periódico, hace un buen trabajo porque yo no soy capaz de acertar en ninguno de ellos.
-Cali, tú harás unas fotos del equipo de futbol este sábado en sus entrenamientos de la noche. Eric se encargará de escribir el artículo. ¿Quién mejor que el capitán del equipo como para decir si están preparados para el encuentro con el rival?
Todo el mundo asiente y yo escribo lo que tengo que hacer en el cuaderno, como le he visto hacer a todos aquí. Una chica de ojos castaños y pelo rubio largo levanta la mano. Sam le asiente.
-¿Quién se dedicará a hacer el recordatorio de Alisson?-Alisson es la chica muerta que murió hace dos semanas en el bosque. Por lo que he escuchado ha sido un accidente de tráfico, chocó con un árbol.
Sam asiente.
-Cierto. ¿David te importaría hacerlo tú?
David no dice nada y asiente.
-Pues esto ya está cubierto todo. ¿Alguien quiere añadir algo más? ¿No? Pues ya os podéis ya de aquí.
Yo soy a primera que se levanta y empiezo a alejarme cuando una mano me toca el hombro. Es Eric, el capitán del equipo de fútbol y el que se encargará de hacer el artículo que yo tengo que fotografiar.
-Ey.-me dice sonriendo. Es rubio de pelo corto y muy alto. Su piel es aceitunada y tiene unos dientes muy blancos. Sus ojos son castaños y tienen un brillo muy extraño-.Parece ser que harás una foto para mi artículo.
-Eso parece.
Eric sonríe.
-Bueno, pues espero que saques mi lado bueno: el derecho. No te olvides de fotografiarme, después harás una foto de equipo y todo lo demás.
Pongo los ojos en blanco y asiento despacio.
-¿De qué habláis?-Sam se acerca a nosotros y le pone una mano en el hombro a Eric. No sé por qué creo que tienen una extraña relación y no solo por estar trabajando en el periódico.
Eric se encoge de hombros y me hace un gesto con la mano para decirme adiós. Empiezo a caminar hacia la puerta de nuevo y ya soy capaz de seguir mi camino. Cuando llego al pasillo principal se me forma un nudo en el estómago y vuelvo a recordar el sueño en el que las sombras se abalanzaban sobre mí. Esto es cada vez más raro.
Estoy ya en el aparcamiento y abro la puerta para entrar en el coche. Según mi reloj hemos tardado quince minutos en todo esto, para nada porque no sé cómo meterme en el recinto de los cuerpos y encontrar información sobre eso.
Escucho unos pasos y cuando veo por encima de mi coche veo que todo el mundo está saliendo y que Sam y Eric se quedan por detrás. Me sorprende ver la cercanía en la que están; él agarrándole la muñeca y ella sonriéndole mirándole a los ojos. Un segundo más tarde se están metiendo la lengua hasta la campanilla. Hago una mueca de asco cuando él le pone la mano en el culo y ella le pasa las manos por el vientre. Esta es la relación que yo presenciaba.
El móvil empieza a vibrarme y entro en el coche para responder.
-¿Diga?
No hay contestación, solo una respiración agitada. Me pongo recta y vuelvo a preguntar:
-¿Diga?
Sigue sin haber respuesta. Se escucha un crujido y después el pitido que te indica que han colgado. Suelto un suspiro y pongo el móvil en el otro asiento. Espero que esto haya sido solo una broma de algún niñato.
Vuelvo a mirar hacia la pareja que sigue besándose con frenesí. Son tan empalagosos que creo que puedo escuchar el ruido de sus besos aquí; cada vez sonando más y más cerca. Vale, el sonido de una lata al ser pateada no es de ellos.
Cuando miro hacia el cristal pego un grito al ver la mano que se empotra contra él. Segundos más tarde veo la sonrisa burlona y esos ojos azules: Luke.
Me indica que baje el cristal cuando quita la mano y así lo hago, pero de mala gana. Él me sonríe y se apoya en el coche agachándose un poco para estar casi a la misma altura.
-¿Me llevas?
-¿Por qué quieres que te lleve si tienes el coche justo allí?-inquiero señalando con la barbilla su Jeep negro aparcado justo detrás de nosotros. No lo había visto al entrar, habría venido ahora.
-Vale, me has pillado: quiero que me lleves.-ladea la cabeza y me mira-. ¿Podrías hacerme el favor?
-¿Y tú podrías hacerme el favor de dejar de acosarme?
Él se ríe y por un segundo tengo que admitir que su rosa es encantadora. Me pellizco la mano para dejar de pensar en ello y pongo cara de pocos amigos.
-No tengo mejor cosa que hacer que acosarte, chispitas.-me contesta-. ¿Me vas a llevar sí o no? Recuerda que me debes una vuelta en coche, esta vez te dejo conducir.
-¿Tengo otra opción?
Luke no contesta, sino que da la vuelta por la parte delantera y se mete en el asiento del copiloto y me mira sonriendo de oreja a oreja. Le dejo de mirar para ver a los dos que se pegan el lote en la puerta del instituto. Luke mira también a ellos.
-¿Te da envidia de Sam? La pareja de Seric lleva saliendo desde prescolar, no te lo tomes mal.
-¿Seric?-repito riéndome-.No tengo envidia, es solo que…
-¿Es empalagoso?-termina Luke por mí.
Asiento con la cabeza y meto la llave para empezar a conducir.
-El cinturón puesto.-le recuerdo a Luke después de salir del recinto del instituto-.Espera un momentos, ¿me has llamado chispitas?
-Estás siempre muy enfadada, como si soltases chispas. Solo intento ponerte un mote.
-Pues no lo hagas. Bien, ¿por dónde se va a tu casa?
-No, no, no. Vamos a la tuya que yo desde allí puedo volver solo. Además de que te perderías completamente.
Es cierto. Me encojo de hombros y piso el acelerador levemente. Tuve que hacer como tres exámenes prácticos para sacarme el carnet definitivamente porque el profesor que me tocó no era de lo más amable que digamos.
-¿Qué hacías en el instituto?-me pregunta Luke apoyando en la ventana. Puedo ver su reflejo en el cristal delantero.
-Lo mismo podría preguntarte yo a ti.-atajo fulminándolo con la mirada. De todos modos suspiro y añado-: Estaba en la reunión del periódico.
Luke se endereza en su asiento y noto su mirada sobre mí. Intento no ponerme nerviosa y piso más el acelerador para poder llegar a casa lo antes posible.
-A ti no te pega estar en el periódico.
Asiento y lo miro cuando paro en un semáforo en rojo. Me echo hacia atrás en el asiento recordando esa estúpida sonrisa sádica que no paraba de darme órdenes. No sé cómo he decidido decir que sí, que podía encargarme de todo eso (en realidad no es mucho pero me pone nerviosa).
-¿Y tú? No me digas que estabas por casualidad.-vuelvo a la marcha cuando el semáforo se pone en verde.
Luke se ríe y vuelvo a pensar que su risa es cada vez más encantadora que la anterior. Me vuelvo a pellizcar la mano y la realidad me inunda.
-Estaba entrenando. Me gusta hacerlo solo porque así nadie me entorpece.
-Bueno, pues espero que no te entorpezcan demasiado porque tengo que hacer muchas fotos el sábado.-recuerdo, cruzando por una esquina-.Me toca ir para mi desgracia
Luke empieza a reírse muy fuerte y lo fulmino con la mirada. No me doy cuenta de que delante de nosotros está la acera y me choco con ella, dando una sacudida hacia delante. Me hago daño en el cuello y cuando me coloco, miro a Luke.
-Recuérdame que a la próxima conduzco yo.-va diciendo él cuando sale del coche. Lo imito y cuando cierro el Mercedes, Luke está de pie entre la acera y el coche con las manos en los bolsillos y un abrigo largo y negro que le llega hasta la mitad de los muslos-. ¿Estás bien?
-¿Por qué no iba a estarlo?
Me acerco a él para pasar al jardín cuando su mano se cierra alrededor de mi muñeca.
-Si alguna vez no lo estás, llámame.-me dice en un tono de voz que no es el suyo: es grave, casi como un susurro. Su mirada pasa de mí a mi casa y está muy pálido.
Me lo quedo mirando con la boca entreabierta.
-No tengo tu número.
Él sonríe y se mete la mano en el bolsillo. Si no lo conociera lo suficiente, pensaría que iba a sacar otra cosa en vez de un papel arrugado con unos números en él. Su mano pasa por la mía que sujeta y me cierra la mano con su número de teléfono dentro.
-No tienes el mío.-le digo, ¿no se da cuenta de que le estoy poniendo escusas?
Él se acerca más a mí y por un momento tengo ganas de gritar. Él y su aura de fuego me producen tanto miedo que no sé ni cómo he aceptado a llevarlo en mi coche. Sin embargo, aparte mi pelo de la oreja y me susurra suavemente:
-No me hará falta.
Cierro los ojos cuando un escalofrío me recorre la espalda, es mejor que sentir el fuego en las manos y de segura que por esto no me van a salir ampollas.
Cuando abro los ojos no hay nadie ahí. Estoy sola. Suelto un suspiro de frustración, debería haber parecido una estúpida ahí en la calle. Cuando entro en casa todo está tranquilo y no hay nadie, sino que veo una nota justo donde voy a dejar las llaves;
Hemos salido a comprar la cena, si no quieres esperar hay más cosas en la despensa. No te acuestes tarde; te queremos.

E&C

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