martes, 15 de abril de 2014

Capítulo 18

Después de que la conversación tan extraña con mi tío me alterase, no me lo pensé más y cogía las llaves de mi coche que estaban al lado del móvil para salir corriendo del edificio. Por suerte sé dónde estaba; en el centro de la ciudad en donde fuimos el primer día a comer en un chino de la zona. No me sería difícil volver a casa.
Durante el camino de miradas hacia atrás por si alguien me perseguía (que así era. Los demás eran tan rápidos que prácticamente sabían que iba a salir huyendo) también pensé en todo lo que me han dicho. Soy una bruja, de acuerdo, esa parte puede ser medio creíble por la parte de que las sombras quieren matarme y todo eso, pero eso de que haya hombres lobo y vampiros ya cambia las cosas. Nunca en mi vida me había planteado si quería tener una vida como todas las protagonistas se las sagas que tratan de cosas sobrenaturales, ellas pierden a muchas personas además de vivir más cosas malas que buenas.
Por otro lado esto compensa lo demás porque significa que no estoy loca (aunque lo prefiera), porque ya sé todas las cosas que me han estado rondando desde que vine a esta extraña ciudad. Es por las sombras, ellas han estado acosándome todo el rato sí, pero ya entiendo el por qué más o menos, porque en realidad solo conozco la mitad de lo sucedido.
Aparco de cualquier manera en la acera, casi dentro de nuestro jardín y salgo del coche dando traspiés por intentar mantenerme estable. Mi tío está en peligro, eso es en lo único que tengo que pensar. Tengo que conseguir saber cómo salvarlo, si es que ahora es posible.
Entro en casa, la puerta está medio sacada de sus goznes y el interior, sin embargo, parece todo estable pero oscuro. Enciendo la luz y me encuentro con que todo está caído y hecho añicos. No hay nada en el salón que no esté destruido o roído y lo mismo digo de todas las demás salas.
-¿Chris?-grito en medio de la histeria-. ¿Dónde estás?
Escucho unos golpes procedentes del sótano. ¿No podría estar en otro lugar? El sótano es la cosa más deprimente que puede haber existido en esta casa.
De todas maneras me acerco y pongo la mano sobre el pomo, con un giro despacio y lento de muñeca, abro la puerta y Chris cae redondo al suelo. Parece estar bien a simple vista, quitando que tiene un intenso cardenal sobre la frente y que de su nariz sale sangre.
-Me alegro que hayas venido.-me dice Chris desde el suelo. No se levanta para mirarme-.Ahora, te agradecería que me ayudaras a levantarme, mis piernas no responden.

-Es como un sueño, recuerdo esto vagamente.-nos informa Chris sentado en lo que antes era un sofá. Me acerco a él con un trozo de hielo envuelto en una toalla para intentar evitar que de su frente salga un moratón, pero Aubery ya está ahí para quitarle las heridas. Desde fuera todo parece menos creíble.
Tiro el hielo al suelo; total, esto ya está destruido.
-Tendrá que recordar para ayudarnos a saber qué ha ocurrido.-le insiste amablemente Caden, que está también sentado en la mesa de café, que parece ser lo único que ha sobrevivido.
-Un momento ¿y Elena?-pregunto, dándome cuenta de su ausencia.
Chris niega con la cabeza y en sus ojos puedo distinguir una pizca de tristeza, como si tuviese ganas de llorar. Me acerco a él cuando Aubery se aparta después de realizar un buen trabajo y abrazo a Chris.
-Lo siento.
-No lo sientas.-me dice-.No hasta saber toda la historia.
Me separo de él para poderle observar más detenidamente. Su pelo está alborotado, y eso nadie lo puede arreglar.
Miro a los demás y ellos se encogen de hombros. Luke me devuelve la mirada cuando me paro en él un segundo más que en los demás.
-Cuando éramos pequeños no sabía en qué andaba metido nuestro padre. Sí, tu abuelo Cali, un bueno hombre si quitamos la vida secreta que tenía. Vivíamos con él la mayor parte del tiempo, ya que tus abuelos se separaron por razones que no entendíamos mucho, mi madre no paraba de decir que eran asuntos de mayores que entenderíamos cuando lo fuéramos. Yo era el mayor, tenía que proteger a Adam de sus discusiones constantes y de las burlas de nuestros compañeros de clase, pero él parecía ser el que me defendía a mí.
>>Cuando cumplí los dieciséis años mi padre me regaló un cuchillo, pensé que estaba de broma pero él me sonrió y me dijo que por fin me podría entender por qué mi madre lo había dejado. Sí, fue ella la que lo dejó. Al principio pensé que era porque le había sido infiel o peor, que había matado a alguien. Ese cuchillo dejaba mucho que desear. Por entonces tu padre tendría los trece años.
-De acuerdo, una buena historia ¿qué sacamos de todo esto?-le pregunto jugueteando nerviosa con un trozo de madera suelta.
Chris me hace un gesto para que me calle y mis mejillas se tiñes de rojo.
-En fin, mi padre me dijo que su trabajo no era camionero sino que se encargaba de matar a vampiro, hombres lobos y brujos si así lo indicaban las leyes, no siempre se hace así sino que era como un policía del submundo. No le creí, nadie en su sano juicio lo haría.-me dice casi en una risa amarga. Esto me hace recordar hace un momento, cuando me han estado contando todo esto.
>>Después de que intentara explicármelo de nuevo cogí mi petate y fui a casa, a mi casa. Allí estaba tu padre jugando con los camiones que tanto le gustaban y mi madre estaba viendo las telenovelas tan aburridas de las cuatro. Lo que no le grité a mi padre se lo grité a ella.
>>Pasaron los días y mi padre no paraba de hacer llamadas que nunca fueron respondidas, no por mi parte. No quería que Adam se enterara de ese secreto familiar, no quería que pensara que estábamos locos, no después de todo lo que habíamos pasado de pequeños. Mi madre no paraba de decir que había hecho lo correcto en no aceptar trabajar para mi padre. Después de eso conseguí un trabajo como ayudante de cristalero en la ciudad, y te pagaban bien además de dejarte un piso. Me mudé allí y dejé de hablarme con todos excepto con mi hermano.
Chris hace una pausa para recobrar el aire. Nosotros mientras nos quedamos quietos como estatuas.
-Cuando cumplí los dieciocho fui a casa a buscar a Adam por si quería venirse a vivir conmigo, él ya tenía quince y solo faltaba un año para que mi padre le contase todo, no podía permitirlo. Me dijo que si estaba loco, después de irme de casa y no hablarles en casi dos años. Me echó a patadas. Pasó un año hasta que no vino a mi casa a altas horas de la noche buscando un hombro en el que llorar.
>>Por ese momento estaba conociendo a una muchacha llamada Anissa Robinson de la cual no paraba de hablar, según él era magnífica. Me dijo que si me había ido de casa por eso razón, por lo del secreto, no pude mentirle. Había hecho todo lo posible por intentar razonar con él, pero en esos momentos ya no era más un niño pequeño, era un adulto como me había dicho a mí mi padre. Se quedó a vivir conmigo lo que creo que fueron meses, hasta que un día llegó una noticia a nuestra casa, nuestros padres habían sido asesinados por una banda de vampiros que se habían enfadado con mi padre por haber matado a uno de sus miembros. ¿Y sabéis qué? Que casi ni me entristecí por ello, casi me alegré. Pero Adam no pensó lo mismo.
>>Entonces, después del entierro me dijo que él se haría cargo de todo, ¡un muchacho de dieciséis años! Y así fue, lo hizo. No supe a qué se refería, pensé que trataría con las cosas de nuestros padres, pero después me enteré que fue por ahí matando a todos y cada uno de los vampiros tras haber incumplido las normas. ¿Sabéis cómo se inicia un cazador? Es casi como los vampiros, no puedes serlo hasta que no matas a tu primera víctima, él mató a diez. Me enfadé mucho con él, pero dijo que sabía que no me haría gracia y que se marchaba a vivir él solo. Decidí abandonar la ciudad, había terminado el instituto, necesitaba un aire nuevo, por suerte me recomendaron en otra empresa de cristales donde empecé a trabajar con diecinueve años, no le dije nada a Adam porque me sería imposible dejarlo atrás.
>>Vivía muy bien, la verdad. No me até con nadie y casi no tenía tiempo para pensarlo entre el trabajo y el descanso. Muchos años después alguien toca la puerta de mi casa y era Adam, con muchos años más, como unos veinticinco. Me dijo que había sido tío y que tenía una cuñada llamada Anissa. Me enseñó fotos de una niña pelirroja y con unos ojos más negro que el propio color, era bellísima.
>>Lo que no me esperaba era lo que venía después. Resulta que se había casado con una mujer bruja cuyo poder era la telequinesia o algo así, esa parte no la entendí, resulta que tú, Cali, también estabas dando los indicios de ser una de ella y lo peor de todo, una de las más importantes: dentro de ti se encontraba el espíritu del fuego. Me explicó que era muy extraño porque esa cosa se había escondido para no ser nunca encontrado por sus hermanas o algo así. Después de eso lo eché de mi casa, no quería que volviese a buscarme jamás. Había pasado mucho tiempo olvidando las cosas, no quería involucrarme jamás en ese mundo.
>>Siete años después me llaman por teléfono diciéndome que mi hermano y su esposa están muertos y que ahora soy responsable de una niña llamada Calina Berry. Me hice cargo de ti porque me parecía lo correcto, no porque te tuviera afecto, pensé que por suerte tú no fuese nada de ello al fin y al cabo. Así era, resulta que después del accidente perdiste un poco la memoria, provisionalmente. Los médicos no me quisieron decir sí eran importantes, pero que eso volvería tarde o temprano porque no fue mucho daño. Lo demás lo sabes Cali, solamente que a medias.
>>Conocí a Elena tres años después cuando salía del trabajo. Después ha sido como mi otra mano, ella me devolvió la vida después de haber perdido a toda mi familia. Era feliz contigo, no me malinterpretes-se adelanta a decir, yo no lo dudo-.Pero ese hueco no lo podrías ni haber llenado tú. Le conté casi todo después de unos años, pero en otra versión. Ella me dijo que sería bueno volver a esta ciudad, pero lo dejamos por un tiempo. Después surgió tu accidente y entonces encloquecí, no quería vivir eso de nuevo, no otra vez. Sería mejor empezar otra vez de nuevo. Elena me propuso volver más de mil veces ese día y al final, de cansancio acerté. Ahora estoy aquí sentado contándote esto porque no me acuerdo muy bien lo que ocurrió anoche.
-Pues será mejor que lo haga, señor Berry.-le dice Nate-.Porque es cuestión de vida o muerte. De muchas muertes.
Chris suspira. A medida que ha ido contando la historia, han aparecido bajo sus ojos unas sombras que antes no había.
-Dudaba de si era verdad o no.-nos dice, tomando la palabra de nuevo-.No quería pensarlo porque me iba a casar, no quería que la vida me diese un golpe en el estómago de nuevo.
-¿A qué te refieres con otro golpe?-le pregunto acercándome a él despacio y poniéndole una mano en la rodilla.
Sus ojos ahora están llorosos.
-Cuando le dije que ibas a pasar la noche con tus amigos ella se puso histérica y empezó a murmurar cosas como: no puede ser. Me van a matar y será mejor que me marche. Antes le había visto hacer cosas muy extrañas, pero no pensé que ella fuera una bruja.
>>Pocos minutos después, todas las ventanas y puertas de esta casa se abrieron por culpa del viento y tres sombras aparecieron entre rayos y truenos. Era como en las películas, pero esto es cierto. Me encerraron en el sótano llamándome idiota y Elena no hizo nada por ayudarme, sino que salió corriendo despavorida de aquí. Calló sobre mí toda la bronca.
Si antes estaba llorando. Ahora aún más. Que Chris me cuente esto, que parece ser el típico tío que no se cree nada de la misa a la media, me hace darme cuenta de que todo es verdad.
Me dejo caer en el suelo sin importarme nada de lo que pueda clavarme. Mi vista está fija en el suelo y no escucho más que el silencio por más de cinco minutos. Es el teléfono móvil de nuevo el que interrumpe todo.
-¿Calina? Genial, por fin consigo dar con tu número de nuevo.-Sam suelta un suspiro-.A las siete y media empieza la fiesta en honor a Alisson, te espero allí la primera. No espero un no y si no vienes, te enterarás de lo que es bueno.
Me cuelga antes de que pueda decirle nada más. Genial, además de enfrentarme a todo esto, tengo que ir a una fiesta esta tarde, como si esto fuera a subirme el ánimo.

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