sábado, 19 de abril de 2014

Capítulo 19

-No vendrán a por ti.-le voy explicando a Chris mientras revoloteo, nerviosa, por mi habitación. Por suerte no está tan estropeada como las demás cosas que hay por el salón o la cocina, al menos tengo las cosas importantes a mano.
Me termino de poner uno de los pendientes y me pongo las botas. Tengo puedo un vestido negro de manga corta con una abertura en la espalda que me llega hasta la mitad del muslo. Es como una camiseta y una falda, solamente que en uno. Es bastante cómodo. En el pelo no me he hecho nada, solamente me he duchado y he dejado que caiga como quiera: en ondas.
Chris parece aún más nervioso que antes. Está sentado en mi cama y no para de mover las manos. Desde que nos ha contado la historia parece haberse quitado un peso de encima. Ahora entiendo por qué se puso así cuando incendié el instituto.
No estoy enfadada con él, una parte desearía estarlo y así todo sería más fácil para todos, pero no puedo. Por otro lado estoy emocionalmente inestable, no sé qué sentir delante de todo este panorama. Me acabo de enterar que existe un mundo sobrenatural a mí alrededor y que mis padres formaban parte de él, la verdad no sé qué decir.
-No deberías ir, te están buscando a ti. No me importa lo que me hagan a mí.-Chris se pone en pie y se acerca a mí para ponerme las manos en los hombros. Es muy alto y a pesar de que las botas tienen un tacón grueso y un poco largo, nada más que le llego a los hombros.
-Tengo que hacerlo, no quiero que el mundo se desmorone encima de mí. Necesito estar ocupada.
-Está bien.-me dice pesadamente-.Pero te quiero en casa a las nueve.
Suelto una pequeña risa.
-¿En qué casa?
No sé cómo vamos a vivir a partir de ahora, todo ha sido destrozado.
Cojo una chaqueta del armario al que le falta la puerta y empiezo a bajar las escaleras con Chris pisándome los talones. Ahí, en la entrada, están todos esperándome y vestidos tan elegantes como nunca los había visto.
Aubery es la que más destaca, vestida con un traje rojo mate y con los labios de color carmín.
-He hecho un hechizo de glamur, nadie podrá ver qué le ha pasado a esta casa y simplemente pasarán por delante.
-¿Qué pasará si quieren pasar?-pregunto.
-Simplemente se les olvidará a qué han venido.-suelta un suspiro y de sus ojos sale un extraño brillo-.Bien, ¿quién quiere divertirse?
-Yo me quedaré aquí por si pasa algo.-Caden es el único que sigue con su ropa normal-.Os llamaré, o llamarme vosotros a mí.
Luke se adelanta y hace un gesto de asentimiento con el dedo pulgar. Después me pone una mano en la espalda y al no tener nada de tela, noto el calor de su suave piel sobre la mía.
Me despido de Chris con un gesto y salimos cerrando la puerta, si es posible, porque está salida de sus goznes.

El gimnasio nunca lo había pisado hasta ahora, pero ahora parece mucho más bonito. En el centro de la sala hay una gran bola de discoteca y en la parte izquierda hay una barra en donde se sirven las bebidas, en la parte derecha están las mesas con manteles azules y sillas cubiertas por una tela blanca adornadas con lazos azules. Todo parece muy limpio.
En el camino no he parado de pensar en todo lo que está ocurriendo, en el tema del espíritu del fuego. ¿Por qué estuvo tanto tiempo escondido y al final acabó por elegirme a mí? Yo no sé nada de esto, ni siquiera sé cómo controlarlo. Solo sé cabrearme y ponerme nerviosa, que es cuando me empiezan a arder las manos.
-Bueno, no hay moros en la costa.-Luke se pone a mi lado en la entrada del gimnasio. Va vestido con un traje negro y una camisa blanca, pero no tiene corbata y está ligeramente abierta sobre su cuello-.No te separes.
-Creo que tomaré algo de beber, ¿alguien se apunta?-Connor también va vestido con un traje, pero este es de color gris.
-Nosotros.-exclama Aubery agarrando a Nate de la corbata. Atraviesan la pista en menos de medio minuto.
Es extraño, pienso, actúan como si el secreto que me han contado no fuese una bomba explosiva. Acabo de enterarme que toda mi vida estaba basada en una mentira, o por lo menos gran parte de ella porque no sé si de pequeña sabía todo esto.
Una mano se cierra sobre mi muñeca. Está fría y su agarre es muy potente. Es Eric, y por su cara no parece estar muy contento.
-¿Qué haces aquí?-me pregunta entre dientes. Sus ojos azules estallan en chispas y su mano cada vez aprieta más sobre mi muñeca.
-Disfrutar de la fiesta.-le respondo tajante. No quiero que sepa que está consiguiendo intimidarme.
-¡Cali, al fin! Es hora de que vengas con nosotros al escenario.-Sam llega con un montón de papeles en las manos y los ojos salidos de sus órbitas. Va vestida con un traje muy colorido y lleno de puntos negros.
Cuando llega a nosotros le echa una mirada de reproche a su novio y éste me suelta la muñeca. Ha tenido suerte, porque estaba empezando a cabrearme y mis manos estaban empezando a dolerme.
-¿Escenario? No he visto ninguno
-Está en la parte trasera.-me explica señalando el sitio-.No es muy grande y no tiene ningún foco, pero algo es algo.
Empiezo a ponerme nerviosa.
-¿Por qué tengo que ir yo también?
-Pues porque eres parte del periódico, tonta.-Eric me da un leve golpe en el hombro causándome mucho dolor. Ahí me di también el otro día y no es que me haya dado tiempo a curarme-.Tenemos que dar apoyo a los amigos de Alisson. Por cierto, ¿dónde está David? El muy idiota debe haberse olvidado de la hora.
Sam se encoje de hombros.
-Eso no importa, estemos los que estemos debemos ir ya. He llamado a la prensa para que nos hagan fotos.
No quiero subir a ese escenario. Ahora tengo muchas cosas en qué pensar.
Miro detrás de mí, a Luke, que parece estar muy atento a la conversación desde la distancia. Será algo de sus poderes como ser lobo, que puede escuchar desde cualquier distancia. Le susurro que me ayude y en menos de un segundo está a mi lado.
-¿Puedo ayudarte en algo, Hamilton?-el tono de Eric no es muy cortés. La verdad, nunca los he visto juntos, ni siquiera en el equipo de fútbol, siempre andan en esquinas separadas o en equipos distintos. Será porque Eric tiene que saber algo.
-La verdad es que sí.-le contesta sonriendo-.Pero no creo que este sea el mejor momento de mandarte a la mierda. Cali, ¿quieres que nos vayamos a ver qué tienen de comer?
-Me parece una buena idea.
Luke me pone una mano en la espalda pero esta vez no noto nada porque tengo una chaqueta. Cuando empezamos a andar, Sam se pone de por medio.
-¿Acaso estás sorda? Tenemos que subir al escenario.
-Cali tiene miedo escénico, no creo que sea bueno para vosotros que la gente la fotografíe desmayándose o vomitando.
Fulmino a Luke con la mirada, eso último podría habérselo tragado para sí. Luke me sonríe de lado y vuelve su atención a Sam.
-La necesito, ¿de acuerdo? Aunque sea solo en apoyo moral, yo leeré tu frase.
Al final no sé cómo lo hace pero cinco minutos más tarde estoy subida a la mierda de escenario (no se le puede definir de otra forma) con los demás pertenecientes de periódico. Cuando Sam empieza el discurso, David llega a mi lado cansado y con la ropa hecha una porquería. Tiene la camisa arrugada y la corbata mal atada; sus zapatos están medio rotos y sus pantalones están torcidos. Parece que yo no soy la única que tiene un día de perros.
-¿Qué te ha pasado?-le susurro para que no se me escuche. El escenario es pequeño y el micrófono podría captar cualquier sonido.
-Llego tarde, se me ha estropeado el coche y lo he dejado calado en medio de la carretera. Espero que la grúa no se lo lleve.
Me da mucha pena este muchacho. Parece muy simpático y un poco rarito, pero en el fondo parece muy buena persona.
-…Alisson era una gran persona y todos la echaremos de menos.-dice Sam en esos momentos. Yo no estoy atendiendo mucho al discurso, solo me concentro en lo que quiero, como en dónde estará Elena ahora mismo. Ella era una de las personas a las que más cariño le he cogido, no puede habernos dejado así por así, ella lo sabía todo.
>>Le cedo la palabra al mejor amigo de Alisson, David Waters. Un aplauso para él.
Todo el mundo aplaude. Yo también, pero lo hago de manera ausente. De todas las cosas que menos me gustan es estas: estar encima de un escenario. En los colegios de Londres participaba en muchas obras de teatro, pero siempre era el árbol o la mesa o simplemente aparecía en papeles de los que no hablan porque nunca he ido muy buena a aprenderme los papeles o a hablar en público.
-Alisson era mi mejor amiga, pero no por eso la conocía mejor que todos vosotros. Ella no era muy dada a contar los secretos que tenía escondidos en su interior y por eso me pregunto: ¿por qué estamos celebrando esta absurda fiesta?-todo el mundo ahoga un grito-.Durante todos los años ninguno se ha preocupado por ella y ahora que está muerta, o ya creo que lo está, decís que era una buena persona. Muy bien, aquí va mis palabras: todo era mejor con Alisson, ella te hacía reír pero no espero que ninguno recuerde eso. Ahora no sé qué hacer. Así que ahora espero que esté en un lugar mejor, porque por cómo le fue aquí, se lo merece.
Todo el mundo se queda en silencio durante mucho tiempo. Incluso yo, que sé que esas palabras no van para mí porque yo soy nueva, me siento culpable por el discurso de David. Parecía que lo tenía muy trabajado, aunque por sus expresiones también parece habérselo inventado todo por la marcha.
Una persona empieza a aplaudir y después se le suman miles más. La sala entera empieza a aplaudir y David sale corriendo medio despavorido hacia los servicios, por su expresión tenía ganas de llorar.
-Bueno, que siga la fiesta.-a Sam parece no haberle importado mucho el discurso mientras los focos estén puestos en ella.
Después de bajarme del escenario parece que todo mi mundo deja de dar vueltas cuando mis ojos se encuentran con los de Elena. Está escondida detrás de una de las columnas que dan a la parte del callejón. Va vestida como la última vez que la vi y no parece tener muy buen aspecto porque tiene manchas en la cara y el pelo está hecho un desastre.
Miro a todos los lados por si alguien me observa y voy caminando hacia ella cuando la puerta se cierra detrás de su espalda. No sé si esto es buena idea porque una vez lo hice y acabé desmayada y después me desperté en una casa que no era la mía, pero espero que esta vez no me equivoque.
Sé que debería avisar a los otros pero ya estoy en la puerta. Cuando salgo el aire gélido de la noche me da como un pelotazo en la cara. Tengo que abrazarme para entrar un poco en calor. No puedo ver mucho porque solamente hay dos farolas que no es que alumbren muy bien que digamos… Elena está debajo de una de ellas y no parece muy sorprendida el verme.
Me acerco a ella despacio, no sé qué decirle y eso que me he estado inventando muchas frases tajantes o simplemente le daba de golpes por haberme mentido todo este tiempo. Es por su culpa más que la de nadie.
-Cali, me alegro de que me hayas seguido.
-Ahórratelo todo, sé lo que ha pasado y tú ya no tienes autoridad sobre mí. La perdiste como hace cuatro horas cuando Chris me contó todo.
La cara de Elena parece expresar alivio cuando le comento lo de Chris, parece ser que una parte de ella creía que mi tío iba a morir.
Sin embargo no me dejo llevar por sus caras, tengo que formar a mi alrededor una capa de dureza, no quiero que consiga convencerme de nada.
-Sé que va a ser un tópico Cali, pero yo no soy la mala en estos momentos.
Me cruzo de brazos y alzo las cejas.
-¿Ah, no? Nosotros éramos muy felices hasta que tú apareciste y le metiste en el coco a Chris que deberíamos mudarnos a esta ciudad.
-Puede que eso sea cierto pero…
-No hay más que hablar.-le respondo tajante-.Solamente quiero que me expliques el por qué y después desaparezcas de mi vida. De nuestras vidas.
Elena suspira cansada.
-No puedo contarte nada Cali, no es así como funciona.
-¿De qué tienes miedo?
-Los espíritus no son los únicos que pueden hacerte daño Cali, hay más cosas que no sabes acerca de todo este embrollo.-Elena suelta un suspiro-. Me marcho ahora mismo, creo que tú y Chirs.
Elena parece estar muy cansada y de sus ojos salen unos pequeños brillitos como si tuviese ganas de llorar. Tengo que poner mayor resistencia aunque me cuesta con una persona que ha sido tan importante para mí como ella.
-Ni lo pienses, ¿es que no crees que tus problemas te seguirán allí a donde vas?
-No.-contesta Elena muy decidida-.Los espíritus no pueden salir de esta ciudad porque es adonde pertenecen sus cuerpos muertos, ¿por qué crees que no te persiguieron hasta que viniste? Te estaban esperando.
Mi voz se rompe cuando vuelvo a hablar.
-Y tú me trajiste a la boca del lobo.-trago saliva para llevarme las ganas de llorar-. ¿Sabes que es que tu mundo se desmorone a tu alrededor, cómo se caen todos tus sueños?
Elena parece tener ganas de llorar también.
-¿Y qué hay de lo que tienes dentro de ti? Cali, el espíritu del fuego es tan poderoso que no puedes controlarlo.
-Pero no es por eso por lo que huyes.-espeto-. ¿Qué no me estás contando?
Elena niega con la cabeza y suelta un gemido.
-Tengo que irme, no quiero ponerte ni a ti ni a nadie en peligro. Espero que entiendas algún día que no soy la mala, solo quiero protegerte.-empieza a andar en dirección a la calle que tengo delante de mí, desde aquí puedo escuchar a los coches pasar-.Hazme un favor ¿quieres? Pon a Chris a salvo, para ello tienes que sacarlo de aquí, los espíritus lo usarán en tu contra, como hacen siempre con la gente a la que amas.
Quiero seguir a Elena y preguntarle cosas que aún no he sido capaz de asimilar. También quiero darle de bofetadas hasta quedarla sin sentido, pero eso último no es más que un pensamiento estúpido.
Me dejo llevar por la rabia que siento dentro, la que me dice que todo esto es culpa mía, la que me dice que es por mí por la razón que mis padres murieron. Antes no era capaz de pensarlo de ese modo, pero antes no creía que todo esto era posible. Me siento estúpida al pensar que yo solamente sobreviví por una pura casualidad, cuando en realidad fueron las sombras las que no me mataron porque me necesitan para algo… para revivir de nuevo y así poder destrozar a todo el mundo, empezando por mí.
La rabia que tengo en el interior empieza  a hacerme daño por todo el cuerpo, como una sensación de cansancio. Me dejo caer en el suelo sin importarme que el traje se ensucie o se rompa. Ahora solo intento mantener el control. “El espíritu del fuego es tan poderoso que ni tu puedes controlarlo” las palabras de Elena me hacen daño en la cabeza. Tengo que controlar todo esto, no quiero hacerle daño a nadie.
Mis manos arden. Arden de tal manera que no puedo evitar sentir millones de punzadas como mordeduras en ellas. Por un momento veo que mi piel se vuelve naranja transparente, traslúcida y que puedo ver las venas y los huesos de mi interior. El dolor aumenta de mis manos, subiendo por mis brazos hasta llegar a mi pecho, en donde se hunde como un agujero sobre mi corazón. Estoy perdiendo el control. Cierro los ojos llenos de lágrimas, no quiero que suceda nada o alguien podría darse cuenta.
A mi lado hay una pared de ladrillos, empiezo a darle puños con los nudillos que, a los pocos segundos están ya ensangrentados. Esto no me duele nada, sigo con el escozor por todo el cuerpo. Cuando abro los ojos veo que de mis dedos salen lenguas de fuego naranja. Es la primera vez que esto me sucede.
-¡Cali!-Luke se acerca a mí y se agacha para ponerme las manos en las muñecas. Él está viendo lo que yo, y parece mucho menos sorprendido incluso. Aparta las manos con una sensación de dolor, mi piel está ardiendo. No pudo controlarlo, no sé qué hacer.
>>Respira hondo, venga, tú puedes.
No puedo. Ni siquiera soy capaz de emitir palabra alguna. Por alguna extraña razón el fuego ha llegado hasta mi garganta y es como si me estuviese quemando todo. Solo soy capaz de emitir un pequeño jadeo.
Luke respira hondo y vuelve a poner sus manos sobre mis muñecas.
-Concéntrate en donde yo te estoy tocando.
Es lo que hago. De sus manos empieza a salir un humo y empiezo a oler a piel quemada, Luke hace todo lo posible por no apartar las manos, solamente por mí. Me concentro en el suave tacto de sus dedos sobre mis frágiles huesos, su agarre no es fuerte pero sobre mí ejerce un poder que no soy capaz de ignorar. Mi piel deja  de dolerme y el fuego que me impedía ver la cara de terror de Luke va disminuyendo hasta desaparecer por completo. Estoy exhausta.
Me dejo caer hacia atrás, en donde la pared de ladrillos está fría, gracias a Dios, porque tengo mucho calor. Luke se pone en la misma postura que yo, con sus manos extendidas y las palmas de sus manos extendidas hacia el cielo. Están completamente quemadas y de ellas sale sangre.
-Lo…siento.-no soy capaz de hablar, me siento tan cansada.
-No es nada, chispitas.-me dice sonriendo-. ¿Ves? Ya se están curando.
Así es, sus manos sanan muy deprisa, será por eso de que es un hombre lobo.
Sus manos sanan deprisa, pero yo, después de esto no sé si voy a sanar con tanta rapidez. Me siento incómoda por todas las partes de mi cuerpo, como cuando te has quemado al sol y el roce con una tela te produce escozor.
Me miro las manos. No, pienso, no me voy a curar nunca de esto. Es una marca permanente.

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